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3 mayo, 2019

[Artículo] Desigualdad y salud mental

      La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud cómo “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. A pesar de esta definición, frecuentemente olvidamos la importancia trascendental del bienestar social y mental de las personas para garantizar sus derechos, su calidad y proyecto de vida.

Diversos estudios han mostrado que mientras más desigual, económica y socialmente, es una comunidad, más precaria será la salud mental de la misma. Es aún más preocupante constatar que el Perú tiene los mayores niveles de desigualdad respecto a otros países de la región y que esta continúa creciendo tal cómo nos lo indica cada año el coeficiente de Gini.

Esta desigualdad se plasma en diversos ámbitos de nuestra vida cotidiana, en el acceso a la educación de calidad, en las oportunidades de empleo digno y estable, en el salario que percibimos, en el acceso a atención de salud de calidad, en las condiciones de nuestra vivienda y el espacio público disponible en nuestro entorno, entre otras.

El pertenecer a un grupo menos favorecido, excluido o que se perciba como tal, conlleva a tener peores indicadores de salud, no solo física sino también mental. La inseguridad, la preocupación y la angustia de no saber si podremos pagar nuestra vivienda, nuestros alimentos o vivir en un entorno seguro genera sufrimiento psíquico y deterioro en nuestra salud mental.

Sabemos que los países con mayor grado de desigualdad suelen presentar mayores niveles de violencia, criminalidad, abuso de alcohol y drogas, embarazo adolescente, menor nivel de educación, menor bienestar y movilidad social. A mayor desigualdad menor salud física, social y emocional. Como señalaba el nobel Amartya Sen, el requisito fundamental para gozar de una mejor salud es establecer un alto grado de justicia e igualdad social.  En ese sentido, las políticas de protección social y salud mental deberían cumplir un importante rol al respecto. Reducir la desigualdad, generar condiciones de habitabilidad y promover una mayor y, más justa, calidad de vida.

La OMS calcula que el 35 % de las pérdidas económicas por enfermedad en el mundo desde el 2011 al 2030 serán por enfermedades mentales. Por todo ello, es necesario priorizar la salud mental de la ciudadanía peruana incorporando los determinantes sociales buscando reducir todo tipo de desigualdad y promover el bienestar de las personas. No basta solo con prevenir la enfermedad, es necesario generar entornos, planes y programas que promuevan la felicidad, la satisfacción con la propia vida y la cohesión social.

Al mismo tiempo, es vital formar profesionales de la salud mental que defiendan y promuevan el bienestar integral de las personas, que conciban que el trabajo psicológico va más allá de la práctica clínica o individual e incorporen un enfoque comunitario en sus intervenciones.

 

Lea el artículo completo en El Peruano

Sobre el autor:

María Eugenia Maguiña Lorbés

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