Como todas las actividades sociales que requieren concentración de personas las campañas electorales también se verán afectadas por la pandemia. No serán posibles los mítines, las concentraciones, las caravanas, los espectáculos musicales donde algún político tomaba la palabra de tanto en tanto ni los cierres de campaña. La franja electoral en la televisión y, principalmente, el uso de las redes sociales serán los medios más usados para dar a conocer las diferentes propuestas y promesas. Estos medios, que ya estaban siendo aprovechados, serán utilizados más intensamente.
Por las características de estos medios, el mensaje debe ser corto e impactante donde la imagen del partido, del candidato y de las candidatas debe ser muy bien trabajada. Donde se les muestre llenos de virtudes y, en muchos casos, como no políticos (por el desprestigio del quehacer político por malas experiencias). Sin embargo, es importante prestar atención a que las campañas electorales no son solo un asunto de “creativos” sino también de líderes, pensadores, intelectuales que deben intervenir para hacer que el mensaje no solo contenga slogans impactantes sino también ideas y proyectos como sociedad, donde explorar soluciones a nuestros problemas no tengan que ver únicamente con personas virtuosas sino con el conocimiento profundo de nuestras posibilidades y capacidades.
Se debe evitar convertir la campaña electoral en una especie de divertimento político donde asistamos a conflictos acalorados pero vacíos de ideas donde lo único que interesa es el espectáculo, donde se exponga la vida privada y los trascendidos morales, donde la imagen sea más importarte que el proyecto político.
En este sentido, las campañas electorales tienen una función dentro de la gobernabilidad pues tiene como propósito, entre otras, identificar los problemas públicos y definir soluciones en términos de políticas públicas, promover la participación política informada de la población de modo que se logre su compromiso cívico a través del debate y la argumentación y no únicamente mediante el voto. No es exagerado afirmar que las campañas electorales legitiman el sistema político.
Esto implica que la ciudadanía tenga acceso a información, a través de diversos medios, sobre las principales propuestas políticas (no solo slogans ni mensajes cortos), sobre las competencias/capacidades y la credibilidad de los líderes políticos. Esto puede ayudar a movilizar una participación más activa en los asuntos públicos. Exponer la vida privada de los políticos, sus escándalos y excesos genera apatía pública y desencanto con la noble tarea de pensar juntos un mejor país.
Sin duda, a casi doscientos años de la fundación de la República peruana, la presente campaña electoral tiene el desafío de cumplir con la promesa de todos aquellos que soñaron con un país grandioso donde pueda vivirse plenamente.
Artículo publicado el 1/10/2020 en el Diario Oficial El Peruano
Sobre el autor:
José Koechlin