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13 julio, 2022

[Artículo RPP] Ricardo L. Falla Carrillo: Clásicos del pensamiento político para una biblioteca personal imaginada

En breve se iniciará la Feria Internacional del Libro en Lima. Y es una buena ocasión para abastecerse de textos que podamos leer el resto del año, o cuando tengamos algo de tiempo para dedicarnos a la lectura reflexiva y detenida. Dada la diversidad de la oferta bibliográfica, ¿qué clásicos se sugieren a fin de conocer y pensar el mundo político? He aquí unas humildes recomendaciones.

Aunque parezca extraño, cada vez nos topamos con más personas que evidencian un claro interés por comprender el mundo político, sobre todo en un contexto de “sacudones” sociales y culturales como el estamos viviendo desde hace algunos años. Eso no debiera extrañarnos. Las crisis integrales suelen motivar la atención por cuestiones teóricas y reflexivas, sobre todo, en los más jóvenes. Pero también en diversos grupos de adultos que, por alguna razón, buscan acrecentar sus conocimientos en estos temas. A la pregunta, qué clásicos deberían formar parte de una biblioteca básica del pensamiento político, la respuesta podría ser muy extensa y variada. Sin embargo, vamos a realizar el mayor esfuerzo de síntesis posible, bajo riesgo de dejar de lado obras esenciales.

En nuestra estantería imaginaria no deberían faltar “La república” de Platón, la “Política” de Aristóteles y “La república” de Cicerón. Estos libros canónicos nos brindan la posibilidad de conocer la profundidad de temas políticos que se abordaron en la antigüedad y nos permiten tomar en cuenta la continuidad de muchos problemas que se plantearon hace más de dos mil años. En la misma biblioteca casera, creemos que deberían considerar algunos libros fundamentales de la edad media, como “La ciudad de Dios” de San Agustín, “Sobre el gobierno de los príncipes” de Santo Tomás de Aquino y “De monarquía” de Dante Alighieri; textos que ayudan a considerar la relación absoluta entre poder político y religión en un contexto teocéntrico.

Siguiendo un orden histórico, esta biblioteca imaginada debe contener “El príncipe” y “Los comentarios a la década de Tito Livio” de Maquiavelo, el “Leviatán” de Thomás Hobbes y “Los tratados sobre el gobierno” de John Locke. Todo ello para entender el tránsito hacia la política secular. Ya instalados en el “Siglo de las Luces”, no debemos olvidar “El origen de las desigualdades” y “El contrato social” de Rousseau, “La riqueza de las naciones” de Adam Smith, “La paz perpetua” e “Ideas para una historia universal en clave cosmopolita” de Kant. Con estos libros, podremos reconocer las variadas pretensiones universalistas de la política ilustrada. Asimismo, en nuestra estantería de clásicos, no deberían faltar “Las consideraciones acerca de la revolución francesa” de Edmund Burke, las “Consideraciones sobre Francia” de Joseph de Maistre y “La democracia en América” de Alexis de Tocqueville, sobre todo si quiere evaluar el peso de revoluciones republicanas de talante ilustrada, desde diversas orientaciones políticas.

En esa misma estantería, sería necesario que se encuentren “Sobre la libertad” de J. S. Mill, “Los manuscritos económicos filosóficos” y alguna selección de textos de Karl Marx. También “Socialismo democrático” de Eduard Bernstein y “El político y el científico” de Max Weber. Estas obras nos permitirán reconocer cómo el pensamiento político construía su propio léxico para orientarse en el tránsito hacia la modernidad.

Para seguir manteniendo el espíritu amplio de nuestra biblioteca imaginada, es importante que contenga “El estado y la revolución” de Lenin, “Sobre el parlamentarismo” de Karl Schmitt, “Los intelectuales y la organización de la cultura” de Antonio Gramsci, “Ensayos de persuasión” de J. M. Keynes, “Liberalismo” de Ludwig Von Mises, “La sociedad abierta y sus enemigos” de Popper, “Los fundamentos de la libertad” de F. A. Hayek y “Los orígenes del totalitarismo” de Hanna Arendt. Con esa amplitud de autores, consideramos que nos vacunaremos, en lo posible, de cualquier “sueño dogmático” y podremos construir un marco de teorías y conceptos bastante amplio.

Usted dirá – amable lector, lectora – si hay algún presupuesto que pueda solventar tamaño gasto de un golpe. No es necesario que sea así. Poco a poco, en la medida de sus posibilidades, se podrá completar esta primera selección de clásicos, empezando por los que más le llaman la atención. Por otro lado, usted nos podría decir, ¿qué pasa con los clásicos de nuestro contexto? No se preocupe. En siguientes entregas, nuestras recomendaciones.

Lea la columna del autor todos los lunes en Rpp.pe

Sobre el autor:

Ricardo L. Falla Carrillo

Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM

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