Hace mucho tiempo el lado diestro del espectro político, abandonó la formulación intelectual. Las consecuencias de esta dejadez ahora son más evidentes que nunca y le pasa factura.
Hubo una derecha intelectual hace más de un siglo, a comienzos del siglo XX, los miembros de la "generación del 900": los hermanos García Calderón, Riva Agüero, V. A. Belaunde, entre otros. Importantes pensadores, sin duda, de raigambre conservadora. Luego, a mediados del siglo XX, sin llegar a ser un "intelectual", nos encontramos con la figura del economista Pedro Beltrán. Un difusor del liberalismo, formado en la LSE ( London School of Economics and Political Science) y ministro de economía de Prado en segundo gobierno. Y, claro, el converso al liberalismo (y antes comunista), Eudocio Ravines. Hombre inteligente y culto. De ahí un hiato. Hasta comienzos de los ochenta con Hernando de Soto, como liberal conservador y los asesores y periodistas que lo apoyaban en su instituto de investigaciones. Y desde este momento, no se observa mayor una mayor contribución.
El drama de la derecha peruana – sí, drama, porque nos arrastra a todos- es que no generó un cuerpo sólido de intelectuales en el último medio siglo. Más bien, si tuvo un grupo de profesionales (abogados, economistas, ingenieros, etc.) que tenían una formación doctrinal socialcristiana, liberal o conservadora, pero que no llegó a producir una visión de país fruto del debate teórico en diversos campos y del diagnóstico crítico de la realidad.
En los últimos treinta años, las derechas peruanas confiaron el ámbito de las ideas a la tecnocracia profesional-empresarial como gendarme del modelo. Pero no lograron establecer un programa para el Perú. Suicidas, se enclaustraron en algunas universidades privadas y, en el mejor de los casos, en los medios como comentaristas de lo que iba sucediendo coyunturalmente. Pero abandonaron el combate ideológico, dejando a las izquierdas (desde la progresista hasta la marxista) la hegemonía de las ideas.
El resultado de la orfandad se ve ahora. Incapaz de elaborar una reflexión de país, las derechas han recurrido a los clichés de la guerra fría para enfrentarse a su secular némesis (la izquierda), sin mayor éxito. Así, la travesía de las derechas peruanas, en un siglo, se puede resumir de la siguiente manera: empieza con "El Perú Contemporáneo" de Francisco García Calderón y termina con los Tik Toks de los familiares de alguna candidatura.
¿Sería importante que las derechas peruanas reconstruyan sus núcleos intelectuales? Si, sin duda. Porque, así como son necesarios los núcleos intelectuales de las izquierdas para la vida política, también son necesarios los intelectuales de las derechas. ¿Por qué? En el debate, ambas cosmovisiones políticas se ven obligadas a repotenciarse críticamente. Y, en esa lucha programática, se esfuerzan en mejorar y ampliar sus marcos referenciales.
Ahora las derechas, están en su laberinto, ante una realidad que no logran entender en su magnitud. ¿Qué deberán hacer las derechas? Volver a las aulas, leer nuevo, repensar lo que quieren para el país. Para ello, será fundamental recuperar sus fuentes y comprender los procesos globales y las circunstancias locales, bajo los nuevos marcos teóricos que sostienen las explicaciones de nuestros días. Todos ganarán con este aprendizaje. Incluso, las izquierdas. Su némesis histórica y secular. Pues, en la confrontación de las ideas, se van cincelando lo mejor de cada lado del espectro. No olvidemos que dos de los mejores ensayos que se han hecho sobre nuestro país, “Los Siete Ensayos” de Mariátegui y “La Realidad Nacional” de V. A. Belaúnde, ejemplifican lo mejor de las batallas entre nuestras izquierdas y derechas.
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Sobre el autor:
Ricardo L. Falla Carrillo
Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM