Si el nuevo gobierno no logra apaciguar las calles y controlar las protestas su viabilidad estará gravemente comprometida.
La gestión de Merino no pudo haber comenzado peor. Su primer acto de gobierno fue bombardear con gases lacrimógenos y reprimir violentamente a varios cientos de jóvenes que protestaban en Lima y en diferentes ciudades del país contra un gobierno ilegítimo y con pocos visos de legalidad. Sin embargo, la indignación juvenil no es el único problema que enfrenta el nuevo mandatario peruano. Existen varios frentes abiertos que pueden desestabilizar una gestión que nació sumamente débil y cuestionada.
El primer frente es el económico, la intempestiva caída de Vizcarra disparó el precio de dólar a su cotización más alta en los últimos 18 años, de igual forma los bonos soberanos se fueron al suelo. Por otra parte, entidades financieras como el Bank of América y JP Morgan advierten sobre “las inclinaciones populistas del gobierno de Merino”. Por si fuera poco, los precios de los alimentos comienzan a subir en los mercados de la capital. Todo lo anterior se da en un contexto de la peor crisis económica de los últimos 100 años y con casi siete millones de empleos perdidos debido a la pandemia.
El segundo frente es el internacional, salvo Paraguay ningún país ha reconocido a Merino. Los gobiernos de Chile, Argentina y Colombia y la Organización de Estados Americanos han mandado escuetos comunicados instando a respetar el calendario electoral y las instituciones democráticas. No felicitan y omiten el nombre del nuevo presidente. Las grandes potencias latinoamericanas como México y Brasil hasta el momento no se han manifestado, tampoco lo han hecho los países europeos, asiáticos, Canadá o Estados Unidos. La Organización de las Naciones Unidas ha mostrado su preocupación por la represión y la violencia contra las protestas.
El tercer frente es la prensa. Medios de comunicación internacionales tan disímiles como el británico The Guardian o el Clarín de Argentina ya hablan textualmente de golpe de Estado. El País español da amplia cobertura a las manifestaciones de repudio contra el nuevo gobierno. A tres días de iniciado su mandato, y salvo una enredada conversación con una radio colombiana, todavía no se brinda una entrevista o declaración a medio de comunicación alguno, ya sea nacional o extranjero.
El cuarto frente es el político. La coalición de 105 votos que sostiene a Merino se muestra sumamente endeble y con serias contradicciones internas. Tomando en cuenta que las elecciones son en seis meses, muchos de estos grupos no van a querer sacrificar más capital político por un gobierno tan débil. Por otra parte, el nuevo Consejo de Ministros liderado por Ántero Flores-Araoz es la antítesis de un gabinete de “convocante y de ancha base”. Muchos de sus integrantes son sumamente resistidos por un sector importante de la opinión pública. La percepción es que los ministros están alejados de las enormes necesidades de la gente de a pie.
Pero el frente más crítico es la calle. El ánimo popular está caldeado dado que asocian al nuevo gobierno con las mafias de siempre que se han enriquecido corruptamente. Los jóvenes están teniendo un papel preponderante en este contexto, organizando marchas en todas las regiones del país. Su gran manejo de redes sociales y espacios virtuales facilita enormemente este trabajo. Si el nuevo gobierno no logra apaciguar las calles y controlar las protestas su viabilidad estará gravemente comprometida. La brutal represión policial ha tenido un efecto contrario generando más indignación e incrementando las protestas.
Empero, han pasado muy pocos días y todavía podemos evitar una tragedia mayor. Entonces ¿cómo salir de este desastre? Desde mi punto de vista la salida implica la renuncia inmediata de Merino y que la Presidencia sea asumida por alguno de los 19 congresistas que votaron en contra de la vacancia de Vizcarra. 4 son de Acción Popular, 2 de Somos Perú, 1 de Podemos, los 9 de Partido Morado, 2 de Frente Amplio y 1 de No agrupados. Dado que la única bancada que votó unánimemente contra la vacancia fueron los morados, en ellos debería recaer la Presidencia de la República y por ende la conducción del país hasta las elecciones. El nuevo Mandatario, emulando a Paniagua, deberá conformar un gabinete de notables. Finalmente, desde hace tiempo sostengo que la crisis del sistema político peruano es irreversible, la evidencia así lo señala una vez más. Creo que ya es hora de considerar seriamente un nuevo contrato social.
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Sobre el autor:
Alonso Cárdenas
Docente de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya