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12 abril, 2019

[Artículo RPP] Entre el cielo y la tierra

Por diferentes razones los comuneros peruanos se desplazan, alejándose no solo de sus tierras, sino de su forma de vida y de esa convivencia en armonía con otros seres vivos y la naturaleza. Fuerabamba cedió a la presión y se trasladó.

Asacasi es una comunidad del distrito de Tambobamba y al igual que la vecina Fuerabamba descansa sobre los codiciados minerales que mueven la economía primaria exportadora que caracteriza nuestro país. La vida de Asacasi transcurre en la cultura y cosmovisión andina y la lengua predominante es el quechua collao aunque la mayoría de su población es bilingüe quechua-castellano, al igual que la vecina Fuerabamba. Asacasi vive del pastoreo y la chacra, aunque muchos varones y algunos de sus jóvenes ya han salido a emplearse como jornaleros a otras localidades con predominio en la actividad agropecuaria; o temporalmente en obras y negocios en ciudades del mismo Apurímac, Arequipa o Cusco y es que la agricultura y el pastoreo puede dar para comer pero no para los gastos que genera la educación, la salud, los servicios básicos o el acondicionamiento de una vivienda digna. De la misma forma se da el desplazamiento de los comuneros de las comunidades vecinas de Tambobamba y de muchos otros lugares de los Andes peruanos.

Cubrir los gastos familiares es una lucha cotidiana para las familias de estas comunidades, como es una lucha cotidiana mantener y a la vez recrear y actualizar su cultura, cuidar de la madre tierra, sus fuentes de agua y sus cerros sagrados. Yo visité Asacasi en los últimos meses y aprendí de esa otra racionalidad, solo había que ir con mente abierta, compartir largas conversaciones al lado del fogón con un guiso de chuño o un caldo de cabeza, caminar por las pampas, recoger leña o bosta, pescar solo las truchas grandes, cuidar que nada se desperdicie, reciclar todo plástico, usar las hierbas con cuidado para el mate, la comida o el dolor de estómago, agradeciendo siempre una y otra vez a la madre tierra por proveernos alimento, criarnos y sostenernos.  Mantener esta forma de vida es resistir desde otro entendimiento del ser y de la existencia, donde la vida humana solo es posible con otras vidas no humanas entre el cielo y la tierra.

Un día la comunidad de Fuerabamba después de mucha insistencia cedió a la presión y decidió trasladarse a Nueva Fuerabamba, una villa de cemento que dista cinco horas de los nuevos terrenos que les otorgaron en Vila Vila, su fuente de alimentos, su Pachamama. Su decisión no fue resultado de la consulta previa siendo un pueblo originario, sino resultado de una negociación en la cual la empresa minera Las Bambas interesada en su reasentamiento ofreció el oro y el moro para que abandonen sus tierras ancestrales y permitan que las volteen literalmente para extraer el cobre sin que quede ningún ser vivo en el proceso extractivo. La consulta previa es un derecho de los pueblos originarios que garantiza precisamente que sus mundos no sean destruidos en nombre del progreso y el desarrollo, pero fue desconocido antes y se sigue desconociendo ahora. A los fuerabamabinos se les impuso otro modelo de vida, también se les impuso la forma de resolver sus conflictos, por eso esperamos que la mesa de diálogo prospere y lleguen a buen puerto.

 

Lea la columna de la autora todos los viernes en RPP.pe

Sobre el autor:

Rossana Mendoza Zapata 

Docente de la Escuela de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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