Muy pocos hemos escuchado hablar de ella. Su obra, incluso para el público conocedor o aficionado a la música académica, resulta desconocida. Dada la calidad de las composiciones de esta notable artista, es justo empezar a darle un lugar en nuestra escena cultural.
Investigando sobre las vanguardias musicales en el Perú, de los años cincuenta y sesenta para ser más precisos, nos topamos con el nombre de la única compositora peruana de aquellos años: Olga Pozzi-Escot. Hija de un diplomático francés, nació en Lima, en 1933. De muy pequeña fue a vivir a Francia y regresó a nuestro país hacia 1948. Es decir, estuvo en el país de su padre durante la Segunda Guerra Mundial. Después de la terrible conflagración bélica, regresa al Perú y, una vez en Lima, estudió composición y piano en la academia musical de los esposos Alfredo Sas y Lili Rosay, entre los años 1949 y 1953.
Durante su segunda y última estancia limeña, con los compositores Francisco Pulgar Vidal, Edgar Valcárcel, César Bolaños, integró grupo “Renovación”, quienes editaron la revista “Témpora”, una publicación que daba a conocer al público interesado las nuevas tendencias musicales de las vanguardias sonoras. Según algunos testimonios, se llegaron a interpretar algunas de sus composiciones iniciales en pocas oportunidades. Finalmente, en 1953, Pozzi- Escot ganó una beca para estudiar en la escuela de música del Reed College de Portland. Y, desde ese momento, no volvió al Perú. Se puede leer, en algunas publicaciones en línea, que estudió en famoso Julliard School de Nueva York y, posteriormente, en el Hochschule für Musik und Theater Hamburg, en Alemania. Todo ello, hasta 1960.
Olga Pozzi- Escot ha alternado la composición musical, la producción teórica y la docencia universitaria a lo largo de su vida. Producto de esta reflexión académica, publicó, en 1976, junto a su esposo, el compositor norteamericano Robert Cogan, el tratado Sonic Design: The Nature of Sound and Music que, según se puede leer, tuvo repercusión en el ámbito musical de los años setenta y parte de los ochenta en los Estados Unidos, país del cual es ciudadana desde 1956.
La obra de Pozzi-Escot ha sido editada por algunos sellos discográficos dedicados a la música contemporánea. Gracias a estas ediciones, podemos escuchar parte de su obra que, sin lugar a dudas, posee un nivel notable, que coloca su producción entre lo mejor que ha realizado algún compositor peruano. Destacando, entre otras obras, la Missa Triste, Mirabilis I y II, Jubilation, concierto para piano y orquesta, 'Your Kindled Valors Bend' Trio No. 2, Christos No. 2 from Trilogy for the Six Million, concierto para violín y orquesta, las canciones sobre poemas de Rilke, etc. Lamentablemente, no hemos podido encontrar una grabación completa de su sinfonía.
Más allá de las especulaciones, se pueden deducir las razones de su exilio voluntario. Imaginamos que en los años cincuenta, década en la cual Pozzi-Escot inicia su labor creativa, el ecosistema cultural peruano no ofrecía condiciones adecuadas para poder desarrollar una carrera de compositor. Si ya era difícil para varones como Garrido Lecca, Valcárcel o Bolaños, para una mujer con un enorme talento, debe haber sido frustrante por muchas razones. La música de vanguardia precisa de un público muy receptivo a propuestas estéticas diferentes, y muy formado en la historia social de las artes y de la música. Si ese público aun es escaso en nuestros días, imaginemos la situación hace setenta años. La ausencia de espectadores formados en la experimentación sonora, fue una de las causas de que los grandes compositores peruanos como Garrido Lecca, Pinilla, Valcárcel, Bolaños y, otros más, optaran por ausencias prolongadas. Y, en el caso de Pozzi-Escot, definitivas.
Es evidente que, en toda decisión determinante, hay motivaciones muy personales y en el caso de Olga Pozzi-Escot, nunca se llegarán a saber. Pero entendemos que, cuando alguien posee un talento fuera de lo común, la necesidad de buscar un lugar adecuado para crear es la única solución ante la tentación del fracaso. Afortunadamente, la mujer Olga Pozzi-Escot tomó la mejor decisión para la compositora Olga Pozzi-Escot, la mejor compositora que ha nacido en nuestro país y una de las mayores compositoras vivas de América.
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Sobre el autor:
Ricardo L. Falla Carrillo
Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM