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27 febrero, 2024

[Artículo RPP] Alonso Cárdenas: Anillo Vial Periférico: una mala idea para la Ciudad

Los 3 mil 400 millones de dólares presupuestados para el AVP, deben reasignarse a obras que realmente mejoren la calidad de vida de la ciudadanía. El estándar internacional nos indica que los BTR (Bus Rapid Transit) son fáciles de construir ya que no demandan complejas obras de infraestructura.

En diciembre del 2023, la Agencia de Promoción de la Inversión Privada (Proinversión) y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) declararon de interés la edificación del Anillo Vial Periférico (AVP). Esta megaobra consiste en la construcción de una autopista de 34.8 km de longitud, que unirá 11 distritos de Lima Metropolitana y uno en el Callao. Se ha proyectado que el AVP incluirá 11 viaductos, 16 pasos inferiores, 18 pasos superiores, 11 intersecciones  y dos túneles de dos kilómetros de longitud cada uno. El costo se ha calculado en 3 mil 400 millones de dólares, a cofinanciarse con lo recaudado vía peajes. No obstante, a pesar de que en el papel esta construcción faraónica luce como una buena idea para aliviar el terrible caos que ahoga a la ciudad, lo más probable es que termine agravando el problema de tránsito, generando consecuencias muy negativas para Lima y sus habitantes. Veamos.

Lo primero que debemos destacar es la ´demanda inducida´. Este concepto, ampliamente verificado a nivel internacional, señala que mientras más se incremente la oferta de pistas para los vehículos motorizados, la demanda también aumentará, agravando a la larga el tráfico que se buscaba reducir. El portal especializado español Transecto hace una recopilación de varios estudios sobre el particular.

Menciona la investigación de Duranton y Turner del 2011, cuyo principal descubrimiento fue que entre más autopistas interestatales se erigían en Estados Unidos, más lento se ponía el tráfico. Otro trabajo de Kent Hymel del 2019 complementó los hallazgos, afirmando que luego de cinco años se revierte la velocidad del tráfico a los niveles previos de la expansión. El 2014 los japoneses Hsu y Zhang, encontraron que en su país la construcción de vías genera una congestión peor a la existente previamente. Finalmente, García López y otros investigadores llevaron a cabo un análisis en 545 ciudades europeas, identificando que por cada 1% en kilómetros nuevos de carril de autopista, se incrementa 1,2% el tráfico. En el Perú hemos podido atestiguar el fenómeno de la ‘demanda inducida’ en varias construcciones como la ampliación de la Avenida Javier Prado; entre más carriles, peor el tráfico.

No obstante, más allá del problema de ‘demanda inducida’, construcciones como el AVP presentan otro tipo de peligros. El más grave es el climático. Como es sabido, nos encontramos en un periodo de calor extremo, nunca antes visto. Ante esta situación es una locura meterle más asfalto y cemento a la ciudad. Un estudio de la revista The Lancet halló que en un día con temperatura promedio de 30 grados, el asfalto puede llegar a alcanzar hasta 70 y el cemento, 60. Una situación que sin duda pone en riesgo la salud de las personas, enfatizando los más vulnerables, dígase niños pequeños, gestantes y adultos mayores. El AVP puede generar islas de calor insoportables para los habitantes alrededor de la mega obra, ya que las superficies oscuras y con alta conductividad térmica como el asfalto, absorben una cantidad mayor de calor y radiación, que luego es liberada lentamente a la atmósfera.

Para colmo de males, vecinos de Ate, agrupados en el movimiento ciudadano No al Anillo Vial Periférico, indican que la obra arrasará 10 mil árboles, ubicados a lo largo de las 35 hectáreas de área verde que actualmente existen de la Av. Separadora. Sin duda alguna una gran amenaza para los pocos espacios verdes que tiene Lima, justamente cuando la evidencia científica indica que más que nunca se necesitan árboles en las grandes ciudades.

¿Entonces? Desde mi perspectiva, esos 3 mil 400 millones de dólares presupuestados para el AVP, deben reasignarse a obras que realmente mejoren la calidad de vida de la ciudadanía. Por ejemplo, con ese dinero tranquilamente se podrían construir 10 troncales de BTR (Bus Rapid Transit) tipo Metropolitano, propiciando más transporte público moderno, menos contaminación, mayor movilidad urbana y menos utilización de vehículos privados. Además, el estándar internacional nos indica que los BTR son fáciles de construir ya que no demandan complejas obras de infraestructura.

A manera de conclusión, a la luz de la experiencia internacional de la ´demanda inducida´, la construcción del Anillo Vial Periférico estaría destinado al fracaso, ya que no resolverá el tráfico de la ciudad, sino que lo agravará. De igual forma, debido al uso intensivo de asfalto y cemento, se generarán islas de calor que pondrían en riesgo la salud de las personas que viven en los alrededores de la obra. Para colmo de males, su diseño atenta contra a las pocas áreas verdes y árboles que hay en Lima. Es momento de financiar infraestructura que realmente mejore la calidad de vida de las personas.

Sobre el autor:

Alonso Cárdenas

Docente de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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