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5 abril, 2022

[Artículo RPP] Alonso Cárdenas: COVID-19 y la contaminación del aire

La enfermedad puede ser más grave en personas expuestas a una mala calidad del aire a corto y largo plazo, ya que los contaminantes reducen la capacidad de respuesta del organismo frente al virus.

El Perú sigue siendo el país más golpeado del mundo por el coronavirus. Al momento de escribir estas líneas, nuestro país registra 6 mil 284 fallecidos por millón, de acuerdo con el portal de estadísticas mundial worldmeters. En un lejano segundo lugar aparece Bulgaria con 5,324. Salvo Perú, ningún país latinoamericano aparece en los primeros 10 puestos de la lista.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? El Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Concytec), identificó una serie de causas coyunturales y estructurales que explican el paupérrimo desempeño de nuestro país de cara a la pandemia. No obstante, dejaron de lado un factor clave, la contaminación del aire.

Sobre este aspecto, el gobierno de México llegó a la conclusión que la enfermedad puede ser más grave en personas expuestas a una mala calidad del aire a corto y largo plazo, ya que los contaminantes reducen la capacidad de respuesta del organismo frente al virus SARS-CoV-2.

Por otra parte, la Oficina del Censo de los Estados Unidos, la Agencia para la Protección del Medio Ambiente y otros organismos llevaron a cabo estudios similares. El hallazgo principal es que efectivamente las concentraciones elevadas de ozono y dióxido de nitrógeno a nivel del suelo contribuyen a una mayor tasa de mortalidad por COVID-19. De igual forma, la Universidad de Boloña, en Italia, halló que las partículas contaminantes suspendidas en el aire fungen como “factor vehicular del virus”, por lo que solicitaron medidas para contener la contaminación ambiental.

En este sentido, dos estudios recientemente publicados denotan la gravedad del problema de la contaminación en el Perú. En el primero, de septiembre del año 2021, el Instituto de Políticas Energéticas de la Universidad de Chicago publicó su Índice de Calidad del Aire, donde ubica a Lima como la ciudad con peor calidad de aire de América Latina. De acuerdo con esta investigación, la polución es de tal nivel que la expectativa de vida de los limeños se reduce en 4.7 años.

En el segundo, de marzo del 2022, la empresa suiza especializada en la tecnología de la calidad del aire IQAir confirma estos hallazgos, indicando que la concentración de contaminantes en Perú supera por siete veces los niveles máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud, convirtiéndolo nuevamente en el país con peor calidad del aire en Latinoamérica.

Ante esta contundente evidencia, el gobierno parece que no se da por aludido. No se ve en Lima y en las principales ciudades del país, ningún tipo de plan, política o estrategia que efectivamente aborde de manera integral el problema de la contaminación del aire; el transporte público sigue siendo obsoleto, viejo y contaminante, las empresas no invierten en modernizar sus plantas, la economía ilegal avanza incontenible y la propuesta de una transición hacia energías limpias y sostenibles, duerme el sueño de los justos.

A manera de conclusión, el gobierno todavía está a tiempo de enderezar el rumbo para, de una vez por todas, abordar el problema de la contaminación del aire en nuestro país. La salud de los peruanos bien vale la pena, pero lo debe hacer ya, pues la ventana de oportunidad cada vez es más pequeña.

Lea la columna del autor todos los jueves en Rpp.pe

Sobre el autor:

Alonso Cárdenas

Docente de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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