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16 mayo, 2024

[Artículo RPP] Ricardo Falla: Conócete a ti mismo. La profundidad del despertar político

La madurez de la conciencia política emerge del autoconocimiento. Es decir, surge desde el paulatino proceso del descubrimiento de sí mismo al interior de una comunidad, a la que se asume como propia; en la cual integramos nuestras expectativas con las necesidades colectivas. Sin la indagación a la propia personalidad, resulta difícil el despertar maduro de lo político.

La famosa “Carta VII” de Platón es uno de sus textos más personales y profundos. En la misma, el gran filósofo ateniense relata su despertar político, el mismo que le llevó a la desazón, a la crítica y, finalmente, a formular su poderosa teoría política: la unión conocimiento filosófico con el ejercicio del poder. En un pasaje de este testimonio epistolar, Platón nos confiesa que “siendo yo joven, pasé por la misma experiencia que otros muchos; pensé dedicarme a la política tan pronto como llegara a ser dueño de mis actos; y he aquí las vicisitudes de los asuntos públicos de mi patria a que hube de asistir”. El despertar político de Platón se dio en el contexto en el que Atenas había perdido contra Esparta, se cuestionaba la utilidad de la democracia y se instauraba un interregno dirigido por un consejo de treinta tiranos.

En un primer momento, el joven Platón se sintió entusiasmado por la prontitud con la que actuaba esta oligarquía de magistrados, tratando de identificar los fallos de la democracia. Pero una vez que su maestro Sócrates -“que fue el más justo de los hombres de su tiempo”-fue condenado al destierro y sibilinamente conducido al suicidio, autor de “el mito de la caverna” consideró que era fundamental entender qué se mueve detrás de las decisiones políticas: la imposición de una percepción que se considera a sí misma justa o la búsqueda de la verdad objetiva de la justicia.

Platón nos confiesa que el vértigo de malos gobiernos, la democracia y la posterior tiranía, lo llevaron a distanciarse de la política activa. Y, más bien, le condujeron a pensar el mundo político desde la raíz. Es decir, desde los supuestos más profundos de la condición humana cuando vive en sociedad. En efecto, el individuo adquiere la condición de ciudadano maduro de una polis, tras un proceso de autoexaminación, en el cual cuestiona los prejuicios aprendidos sin crítica y busca, de forma honesta y rigurosa, la verdad.

Una vez que se supera el desinterés y el perjuicio, debido al estricto ejercicio del intelecto, emerge paulatinamente del individuo la conciencia política. Conciencia política que es fundamental para concebirnos como ciudadanos. El conocimiento honesto de nosotros mismos no solo tiene una dimensión personal. También posee una dimensión política. Pues al situarnos como personas consientes al interior de una comunidad, podemos entender objetivamente la magnitud de los retos que tiene nuestra sociedad.

Así como asistimos a un nacimiento natural, hay otro tipo de “nacimiento”: el nacimiento a lo político. El mismo que implica reconocerse como uno en un mundo de otros, con los cuales debemos convivir asumiendo la complejidad de esa convivencia.

En la misma “Carta VII”, Platón repitió aquello que se reitera en varias de sus obras: que el ejercicio del poder político debe estar en manos de filósofos. Esta importante aseveración hay que saber contextualizarla. Pues no se trata de una mera “epistocracia” (como dicen algunos de sus críticos). Para el filósofo ateniense, la filosofía no es un instrumento de poder, si no una forma de vivir, centrada en la búsqueda objetiva de la verdad y de la justicia.

Como él mismo nos recuerda: “me vi obligado a reconocer, en alabanza de la verdadera filosofía, que de ella depende el obtener una visión perfecta y total de lo que es justo, tanto en el terreno político como en el privado, y que no cesará en sus males el género humano hasta que los que son recta y verdaderamente filósofos ocupen los cargos públicos, o bien los que ejercen el poder en los Estados lleguen”.

En este caso, la “verdadera filosofía” es una aspiración para gobernar desde el bien y para el bien común.  Sin embargo, esta predisposición para la “verdadera filosofía” y su orientación política, es posible si se ha vuelto a nacer desde el más honesto autoconocimiento. Como decíamos en la anterior columna, la razón de ser de una educación en humanidades es brindarles a las personas el léxico del autoconocimiento. Asimismo, el conocimiento de nosotros mismos es esencial para el despertar político.

Lea la columna del autor en Rpp.pe

Sobre el autor:

Ricardo L. Falla Carrillo

Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM

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