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8 febrero, 2019

[Artículo RPP] Cuticsa en el corazón

El CAI lesionó las esperanzas de vivir en paz y en comunidad, las nuevas generaciones aspiran a irse lejos y seguir una carrera profesional que cambie sus vidas. ¿Cuál será el destino de estas comunidades? ¿Sucumbirán al proyecto modernista?

En Cuticsa, centro poblado del distrito de Santo Tomás de Pata provincia de Angaraes región Huancavelica, los jóvenes desde los quince años y sin culminar la secundaria ya acumulan experiencia migratoria temporal. Salen a Julcamarca, San Miguel o Huamanga durante las vacaciones, allí les espera un tío o una madrina a quien ayudarán por unas propinas, o tal vez trabajarán en alguna obra o chacra donde se emplearán precariamente por un jornal mal pagado. En marzo se reintegrarán al colegio, que, siendo público, les cuesta mucho dinero: cuadernos, uniforme, zapatos, zapatillas, buzo, mochila, entre otros gastos. Si vienen de un anexo, la caminata diaria será de tres a cinco horas, por lo que aquellos jóvenes con mayores recursos optarán por ahorrar y comprarse una moto. Los que menos tienen solicitarán una bicicleta oxidada de las que sobreviven del programa “Rutas solidarias” para usarlas durante el año escolar.

Ir y venir de las ciudades también les permitirá una experiencia juvenil distinta a la de otros jóvenes de comunidades rurales pequeñas. El trabajo será por un salario con el que comprarán su propio celular, la moto que facilitará sus recorridos por otros centros poblados o las ropas similares a las que visten los jóvenes que vieron en las ciudades. Estos objetos de consumo también pondrán en cuestión la posición de los jóvenes en la comunidad y sus intereses. Las familias tenderán a protegerlos, a dispensarlos de la actividad agropecuaria y de pastoreo, e incluso harán muchos esfuerzos para que culminen la secundaria y salgan de la comunidad.

Este es el tercer artículo dedicado a un centro poblado andino, y es que son territorios de una investigación en curso con la participación de cuatro jóvenes procedentes de esos mismos pueblos. Juntos queremos entender las maneras de ser y estar de los jóvenes andinos quechuas de hoy en sus comunidades y lejos de ellas; por eso hemos recorrido Asacasi en Tambobamba, provincia de Cotabambas-Apurímac, Anchihuay Sierra en el distrito de Anchihuay, provincia de La Mar – Ayacucho, y Cuticsa.

A propósito de la investigación, una de las coinvestigadoras volvió a Cuticsa después de varios años, la tierra de su padre y de su infancia, haciendo posible el reencuentro con muchos de sus parientes que nos acogieron cariñosa y respetuosamente. Volver a la comunidad de origen es un anhelo que la mayoría de niños y jóvenes proyecta después de estudiar una carrera profesional o técnica que les permita cambiar sus vidas, “ser alguien” (como si hoy no lo fueran), ganar dinero y progresar: “Quiero ser maestra y volver para enseñar a los niños”, “Quiero ser ingeniero y volver para construir los caminos”, “Quiero ser chofer y trabajar con mi transporte”.

Cuticsa también fue duramente golpeada durante el conflicto armado interno, que no solo causó dolor y muerte; además, lesionó las esperanzas de vivir en paz y en comunidad. Si a eso se suma el proyecto modernista y hegemonizante, no es de extrañar que los jóvenes aspiren a irse lejos y que sus padres deseen ser la última generación de “runas”, hombres y mujeres del campo en armonía con la naturaleza. ¿Será ese el destino de muchas comunidades y centros poblados andinos? ¿Habrá cabida para un proyecto alternativo? Mientras, Cuticsa sigue viva en el corazón de su gente, de los que permanecen y de los que se fueron.

Lea la columna de la autora todos los viernes en Rpp.pe

 

Sobre el autor:

Rossana Mendoza Zapata 

Docente de la Escuela de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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