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19 octubre, 2018

Académicos de la Ruiz dialogan sobre el origen de las distintas representaciones de la violencia

El segundo día del ciclo de conferencias organizado por el Grupo de Investigación: “Sobre Identidad y Alteridad, entre el Yo y el Otro” abordó el origen de la agresividad del ser humano, la corrupción como representación de la violencia y las posibles salidas al círculo de violencia que contamina nuestra sociedad. Participaron docentes de las Escuelas Profesionales de Filosofía y Psicología de la Ruiz de Montoya, quienes reflexionaron sobre las distintas representaciones de la violencia en nuestra sociedad.

El P. Rafael Fernández, SJ, docente del Programa de Humanidades de la Ruiz, explicó que la violencia nace del deseo mimético, es decir que nuestro deseo es la repetición de otro, ocasionado por las neuronas espejo, lo que genera una configuración psíquica que nos detecta como una amenaza para los otros. “La situación de repetición hace que nos miremos mutuamente como una amenaza posible y ese es el problema. Desde la cultura primigenia hasta la cultura contemporánea, se estructuran de esta manera: deseamos ser el macho alfa de la cultura”, afirmó.

Luis Herrera, docente de la Escuela de Psicología de la Ruiz, arguyó que la corrupción es una forma de violencia que ciega a las autoridades de nuestro país de las necesidades de los más pobres, dejando de lado los factores humanos y dando prioridad a los indicadores económicos. “Hay actos que no son necesariamente corruptos pero sí inmorales; entonces, quienes hacen estos actos inmorales saben que son inmorales y dejan de reconocer al otro como un semejante. La corrupción se ha extendido a tal punto de minar nuestra confianza en las instituciones”, señaló.

Soledad Escalante, docente principal de la Escuela de Filosofía de la Ruiz, precisó que la filosofía ve a la violencia como un problema social y ético-moral que se repercute sobre los fundamentos de la praxis política, es por eso que busca una solución que busca desplegar las virtudes del ser humano por medio de los productos de la filosofía: la razón, el arte y la ciencia. “La violencia es apreciada como un recurso legitimo para impartir justicia, para restituirla o para alcanzarla. Pero ya vimos que con la supresión de la dignidad humana solo se desvirtúa la justicia como aspiración humana de una armonía plena”, indicó.

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