Hace unas semanas, el 24 de marzo, las Naciones Unidas conmemoraron el Día mundial de la lucha contra la Tuberculosis (TB). Es un momento propicio para reflexionar y conocer el estado de la cuestión de esta enfermedad a nivel nacional e internacional. La Organización Mundial de la Salud (OMS), indica que la TB es la primera causa de muerte por enfermedad infecciosa y la novena causa de muerte a nivel global. Se estima que el 2000 fallecieron 1,7 millones de personas en el mundo, la cifra se redujo a 1,3 millones en el 2016.
Ese mismo año, la OMS estimó que 10,4 millones contrajeron la infección: 90 % eran adultos, 65 % hombres, el 10 % de personas estaban infectada por el VIH y el 56 % del total se concentró en cinco países: India, Indonesia, China, Filipinas y Pakistán. A nivel global, la carga de la enfermedad sigue siendo elevada y los progresos alcanzados no son lo suficientemente rápidos para cumplir con la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) al 2030.
Para la OMS, los determinantes sociales que influyen en la epidemia están fuertemente vinculados con la desnutrición, el hacinamiento y precariedad de las viviendas, las malas condiciones laborales y de transporte, el tabaquismo y el VIH, por mencionar algunos.
El Perú es después de Haití, el país con el mayor número de infectados en toda la región. Nuestro país concentra el 14 % de los enfermos en América, 38 mil aproximadamente. Ante esta situación tan compleja, el Estado está desarrollando políticas para combatir este flagelo.
En diciembre del 2014 se publicó la Ley N°30287, Ley de Prevención y Control de la Tuberculosis en el Perú. Dicha ley declara de interés nacional la lucha contra la enfermedad en el país, logrando que el control de la TB sea una política de Estado. De igual forma, el Plan Nacional de Derechos Humanos 2018-2021 incluyó nuevamente a las personas con TB como una población en situación de vulnerabilidad.
En el Perú existen ya algunos indicadores que denotan progresos: las tasas notificadas de incidencia y de morbilidad total han disminuido entre 2 a 3% por año. Sin embargo, los niveles de TB extremadamente resistente (XDR), una variable mucho más peligrosa y agresiva se han incrementado.
Ante este escenario, es primordial que el Estado priorice y consolide sus intervenciones públicas en aquellos determinantes sociales que propician la TB, siendo la desnutrición un elemento primordial. Fomentar el consumo de alimentos altamente nutritivos, como el pescado, especialmente aquellos que tienen altos niveles de Omega 3 como el bonito, el jurel, la caballa y la anchoveta resultan estratégicos para el combate de la enfermedad. En este sentido las campañas lanzadas por el Ministerio de la Producción juegan un rol primordial. Al reducir efectivamente los niveles de TB en el país, estaremos incrementando el bienestar y la calidad de vida de las y los peruanos.
Artículo publicado en el diario El Peruano el día 25/04/2019
Sobre el autor:
Alonso Cárdenas
Docente de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya