El efecto que está teniendo la COVID-19 en la economía alcanza una escala global, afectando tanto a familias y organizaciones, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha informado que en el 2020 se producirá la peor crisis financiera de la historia a nivel mundial.
Sin embargo, debemos considerar que detrás de una crisis financiera, las organizaciones y empresas tendrán la oportunidad de reformular y mejorar las políticas financieras que se aplican, estas mejoras les permitirán maximizar recursos, buscar sinergias y mantenerse competitivas en los mercados. Las empresas de todo tamaño se han visto forzadas en reformular sus presupuestos, reducir costos y refinanciar deudas para sobrevivir en la crisis económica.
En el presenta año, las finanzas principalmente se han enfocado en atender y solucionar los problemas de la COVID-19, básicamente en transformación de costos estratégicos y planificación diaria de caja, en la medida que se recupere la economía, retomarán los proyectos de inversión con creación de valor para todos los stakeholders con sostenibilidad ambiental.
Es momento de enfocar las finanzas empresariales tradicionales, estudiadas para un contexto empresarial que su objetivo principal es de rentabilizar inversiones, distinta a la realidad del Perú por ser una economía emergente y en desarrollo. El reto es dirigir tales objetivos hacia iniciativas de desarrollo sostenible, desarrollo de productos ambientales y políticas que fomenten una economía más sostenible para el planeta, con planes de inversión con un mayor impacto social, con esto no quiero decir que las empresas renuncien a la rentabilidad, significa incluir sostenibilidad y prácticas de buen gobierno corporativo en sus objetivos de crecimiento.
La pandemia nos ha dejado grandes lecciones, avizoro cambios en las formas de generar valor y en la gestión financiera, en primer término, crear mayor conciencia en los directivos en la reducción de la contaminación ambiental, el manejo eficiente de energías renovables y el uso responsable del agua. Las finanzas verdes consisten en articular y favorecer la inversión para el crecimiento y desarrollo de empresas capaces en encontrar soluciones a los problemas medioambientales.
En la última década empresas europeas dentro de sus estrategias a largo plazo buscaron financiar sus inversiones mediante la emisión de bonos verdes, este tipo de financiamiento busca canalizar los recursos en proyectos de sostenibilidad, esto se puede lograr, con la gestión sostenible de los recursos naturales, conservando la biodiversidad terrestre y acuática, la introducción de productos respetuosos con el medioambiente.
Un bono verde es cualquier tipo de bono, de bajo riesgo, cuyos fondos se destinan a financiar proyectos de sostenibilidad, representa una alternativa para un inversionista averso al riesgo. El mercado es similar a cómo se hace el mercado de bonos, donde los inversionistas institucionales pueden tener acceso a estos. En el Perú se han dado los primeros pasos, la empresa Productos Tissue del Perú, dedicada a la fabricación y comercialización de productos como Elite, Babysec y Ladisoft, colocó en el 2018 en oferta pública bonos verdes por S/. 100 millones, a un plazo de 6 años. Según Credicorp Capital, la emisión fue un éxito, ya que atrajo una demanda de 3.6 veces el monto requerido.
Al parecer todo no es malo, la pandemia ha generado la mayor caída en la emisión de CO2. La Agencia de Energía Internacional (EAI), estima que el mundo usará un 6 % menos de energía. Sin embargo, la mejora que observamos es temporal por efecto de la pandemia, el mercado en su conjunto tiene una agenda pendiente en contrarrestar el cambio climático y contribuir a la mejora de la economía global.
Artículo publicado en la Revista Stakeholders edición 114.
Sobre el autor:
Oscar Mendez
Experto en Finanzas de la Escuela de Administración de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya