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16 agosto, 2019

[Artículo RPP] Rossana Mendoza: Con-versas en La Galería

La Universidad de la Tierra-Unitierra en Colombia es un movimiento que demuestra que es posible diseñar un espacio en el que caben todos los saberes y conocimientos para el buen vivir, en donde las historias se reescriben para sanar y combatir la discriminación y la violencia.

El miércoles pasado visité “La Galería” de Manizales en Colombia. Es la forma en que se denomina al mercado central de abastos. Allí, en medio del “pabellón de las ramas” (donde se expende plantas medicinales y frutas), funciona la Universidad de la Tierra – Unitierra, un tejido de colectivos sociales y comunitarios que se encuentran para transformar su ciudad y convertirla en un lugar habitable para todas y todos, lo cual será posible integrando saberes diversos de los distintos pueblos indígenas y afros de Colombia, pero además tejiendo con las otras Unitierra del sur latinoamericano.

Cuando los visité se encontraban personas de distintas edades y procedencias, principalmente jóvenes que preparaban la jornada de los miércoles. En esa ocasión, la proyección de películas y documentales en el marco de la Feria Internacional de Cine de Manizales: Las memorias del fuego; otros instalaban y promocionaban productos elaborados por las mujeres mayas de Guatemala: aceites, jabones y paquetes de plantas para diversos fines, pero no son solo productos, como me dijo Patricia Botero (doctora en ciencias sociales, niñez y juventud, y activista-pedagoga de la Unitierra), son saberes de cientos de años que las mujeres mayas, sobrevivientes de la guerra, circulan para el buen vivir. Esos y otros “productos” elaborados por los colectivos y pueblos indígenas gestan una economía global alternativa y desde abajo.

Mientras instalaban la sala (puesto) de proyección, Manuel de unos diez años, empujaba una carretilla dorada llena de libros al centro del pabellón, para que activistas, sabias y sabios que venden plantas y transeúntes interesados puedan leerlos. Más allá, otros jóvenes colgaban en cordeles unas fotos hermosas de las actividades de Unitierra con diversos pueblos. Fue entonces que Patricia me invitó a tomar el micrófono y compartir mi proyecto de tesis doctoral acerca de las y los jóvenes quechuas del sur del Perú, y allí se armó la con-versa (hacer versos, dar vueltas, moverse con otros) y el micrófono empezó a circular.

La Universidad de la Tierra hace posible educarse mutuamente a través de los espacios de encuentro y de su Editorial Color Tierra, que se propone “…des-individualizar la escritura, la lectura a partir de voces polifónicas que con-versan entre sí en encuentros propios, encuentros entre colectivos y pueblos en resistencias, permitiendo recontar y reescribir historias que sanan los daños ocasionados por las lógicas que separan el saber de la vida” (ver)

Con-versar, contar, producir, aprender juntos con otros es la pedagogía de la Universidad de la Tierra, sin examen de admisión, sin programas curriculares, sin muros, sin bibliotecas, sin jerarquías, sin claustro docente. Es un movimiento donde caben todos los saberes y conocimientos, es una plaza grande, un tejido fuerte de lazos y nudos que resiste todo el embate del modelo discriminador, violento y patriarcal, y que evidencia que podemos vivir de otras maneras. Unitierra es otra Manizales, la de color tierra, la polifónica, la rebelde, la cálida, la colorida, que crece con raíces profundas desde la existencia de cada uno de sus integrantes.

 

Lea la columna de la autora todos los viernes en RPP.pe

Sobre el autor:

Rossana Mendoza Zapata 

Docente de la Escuela de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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