La brecha digital está minando las oportunidades de la infancia y de los hogares que no tienen acceso a la tecnología. Es tiempo de pensar el acceso a internet como un bien público.
Para pensar la desigualdad es necesario tener en cuenta una serie de frentes claves. La desigualdad en los últimos 40 años ha empeorado significativamente, casi en la totalidad de espacios geográficos en el planeta. Solo hay unos pocos países que son excepciones. Existen aproximadamente 4200 millones de personas que viven en la pobreza (60 % de la población mundial). Lo más impactante es que esta cifra ha empeorado mucho, desde 1980, año en que se empezó a realizar el registro. Hoy en día tenemos una narrativa dominante respecto a un exitoso desarrollo internacional y una reducción significativa de la pobreza que inexorablemente nos llevará a su erradicación, pero ello descansa en una línea de pobreza extrema de US$1,90 al día (según lo plantea el antropólogo y economista Jason Hickel) lo cual es totalmente arbitrario y no tiene fundamento en las realidades empíricas de lo que necesita la humanidad.
Si ya en el 2019, según el INEI, hubo más de 958 mil peruanos que no podían adquirir una canasta mínima de alimentos y más de 200 mil personas cayeron en pobreza; con la COVID-19 se ha generado mayor pobreza y desigualdad en la niñez y en la adolescencia. El país está en riesgo de perder lo avanzado a favor del bienestar de niñas, niños y adolescentes, según Unicef y el Banco Mundial, 1.2 millones de menores de edad caerían en pobreza en el 2020. Esto indica que la pobreza monetaria en niñas, niños y adolescentes peruanos aumentaría de 26.9% en el 2019 a 39.9% en el 2020 como consecuencia directa de la pandemia.
Milagros Lechleiter y Rosa Vidarte, sustentan que la actual crisis producida por la COVID-19, no aqueja por igual a todos los peruanos y que programas como Aprendo en casa van en contra de la desigualdad intentando dar calidad educativa a todos. Las clases y temas vistos fueron transcritos a diez dialectos nativos, asimismo se apoyan en el enunciado de señas. Vincular el programa educativo, la radio y el internet resulta positivo; sin embargo, hay que recordar que los que tienen internet mantienen una ventaja pues en el Perú el 39% de familias peruanas disfruta del internet, pero en el sector rural y pobre solo el 5%.
La brecha digital está minando las oportunidades de la infancia y de los hogares que no tienen acceso a la tecnología. La respuesta para esto es la misma que para todos los bienes vitales, que todos deberían ser bienes públicos. Hoy más que nunca existe una necesidad de banda ancha universal porque hoy internet es el núcleo del futuro de las comunicaciones y la educación. Entonces, ¿por qué esta dependencia total de los proveedores privados? Esta inaccesibilidad para muchas personas nos hace ver que ya durante el siglo XX se supo de la necesidad de tener control público nacional sobre las infraestructuras de las comunicaciones. Todos los países, en un momento dado, hicieron esto con un efecto significativo, de la misma manera ahora debemos conseguir lo mismo para el acceso a internet.
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Sobre el autor:
Soledad Escalante
Docente principal de la Facultad de Filosofía, Educación y Ciencias Humanasen la Universidad Antonio Ruiz de Montoya