El caso de la Tesis de Maestría del presidente Pedro Castillo y de su consorte Lilia Paredes establece una conexión ineludible entre la política, la integridad moral y el embarazo social. Normalmente, una persona que ocupa un alto cargo en un Estado democrático que es descubierta en una situación deshonesta se ve forzada a presentar su renuncia de inmediato. Lo que lo fuerza es su consciencia, que encuentra una fuerte inconsistencia entre permanecer en el cargo y haber sido descubierto en una falta moral. Ciertamente, el ser descubierto empuja a la persona a actuar en consecuencia por lo embarazoso de la situación. Quien busca recuperar su integridad como persona forzada por un escándalo no se encuentra en la misma situación de quien encontrarías su identidad en riesgo con el sólo pensar en la posibilidad de poner en riesgo su consistencia como persona.
Ciertamente, sucede muy a menudo con los políticos o con quienes ocupan cargos públicos que son capaces de soportar la inconsistencia moral de su persona si no se encuentran descubiertos en una falta grave. Esto suele ser así porque el interés de mantener la cuota de poder los conduce a tolerar la inconsistencia moral en su persona. Alguien podría argumentar que en el «mundo real» nadie busca mantener su integridad moral y que lo que importa «en realidad» a las personas es satisfacer sus propios intereses. Es por ello que algunos presidentes y políticos que ocupan altos cargos en los Estados democráticos habrían dimitido porque se han visto forzados por la situación, al ser descubiertos en una falta grave. La misma idea de que la integridad moral vale realmente poco, conduce a los siguientes razonamientos: “todas las personas buscarían aprovecharse de un cargo de poder para hacer de las suyas si saben que pueden hacerlo con impunidad” o “toda persona que puede realizar fechorías impunemente, lo haría”. Un razonamiento cercano a estos resulta ser el siguiente: “toda persona que es encontrada en una falta moral grave infraganti buscará la manera de negar la falta”.
Si bien, estas situaciones suceden, y si uno ven la escena política nacional y global, puede creer que eso es así. Pero hay que establecer distinciones importantes. En primer lugar, del hecho de que muchas personas actúen de esa manera no se puede colegir que todas las personas lo hagan. De hecho, existen personas que buscan mantener su integridad moral como personas. En segundo lugar, la expansión de las fechorías en el mundo no convierte las acciones incorrectas en correctas. El que muchas personas roben o que plagien en sus tesis no hace que esas acciones inmorales se conviertan en correctas.
El punto de vista del “realista” que declara que no existen personas integras moralmente y que la misma moral es una mentira o que se trata de una herramienta que utilizan los políticos para mantener a raya a la población; ese punto de vista “realista” muestra su falsedad ya que las personas pueden encontrar dentro de sí operando la idea moral que les exige mantener su integridad personal. Así, desde un punto de vista diferente del “realista”, la moral en un hecho importante en la vida de las personas y en las relaciones entre unas y otras. Incluso, una persona como Vladimiro Montesinos es capaz de mantener fuera de las relaciones de manipulación a ciertas personas (aunque se trate de número muy pequeño de personas). Ese grupo reducido de personas son apartadas y protegidas de todo el juego de la instrumentalización debido a que es clara la distinción entre una persona y una cosa. La idea moral consiste justamente en la posibilidad de establecer la distinción entre una persona y una cosa, y mantenerse firme en que una persona no puede ser cosificada (Alegría, 2020).
La carencia de carácter moral convierte, sin lugar a duda, a una persona en alguien que tiene una consistencia moral endeble. Como señalaba agudamente Hubert Lanssiers, “hay personas que no mueren, sino que se deshacen”. Para morir, tiene que haber algo de carácter moral que desaparece cuando la persona deja de existir. Es por ello que sus acciones y sus palabras siguen invocando nuestra propia conciencia, y parece que su persona permanece con nosotros incluso después de años de su fallecimiento. Es como decía Ciro Alegría Varona a quienes fuimos sus estudiantes y amigos respecto de su Doctorvater, que sus palabras e ideas seguían rondando en su cabeza se desplegaban en su pensamiento. Del mismo modo, la muerte de la persona que tiene un carácter moral constituido no hace que ella se deshaga. Muy otra cosa sucede con quien carece de carácter moral. Se trata de una persona deshecha, un intento de persona que no consigue consolidarse. Acepta alegremente la dominación de otro algunas migajas monetarias o miserables cuotas de poder. Es como si no pudiesen caminar erguidas, con la frente en alto. Es como si no pudiesen ver a los ojos a sus hijos e hijas pequeños que esperan encontrar en sus padres a personas que los puedan sostener.
Lamentablemente, el presidente Pedro Castillo ha dado muestras de carencia de carácter moral. En cambio, de una persona, parce (ser un) «sujeto» atrapado en las circunstancias. Pero ello no lo exime de la responsabilidad. El plagio de su tesis resulta ser anecdótico en la secuencia de despropósitos morales. Alguien así se mantiene su
cargo sólo gracias a que frente a él no tiene sino a sus iguales, con quienes comparte los mismos intereses mezquinos. Es por ello por lo que él sabe que su proceder no va a traer significativas consecuencias políticas. Es en ese sentido que la única salida es la protesta ciudadana. Pero ésta parece encontrarse o agotada o en descanso. Se encontraría agotada porque desde el 2016 que sale a la calle y ve que las cosas no mejoran, sino que en cada nuevo «reseteo» político la situación empeora. O, se encontraría en un periodo de momento de reposo, esperando recuperar sus fuerzas para salir a las calles. Hay una tercera posible explicación: los colectivos que cuentan con mayor organización en la sociedad civil son los de izquierda, y ellos no movilizarían a los ciudadanos en contra de un gobierno de izquierda. Lo triste de esta tercera opción es que sería una constatación más de lo poco honrosa que se vuelto la llamada «izquierda progresista».
Bibliografía
Alegría, C. (2020). «El hombre amoral» por Ciro Alegría. Lima. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=6gHIKSBeuPQ
Artículo publicado el 01/06/22 en la Revista Ideele Nº 303
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