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20 diciembre, 2023

[Artículo] Joseph Dager: No hay clase dirigente

" Esta coalición gobernante, Congreso y Ejecutivo, es aún menos dirigente que la del siglo XIX, pues no sólo gobierna en contra de las mayorías sociales, sino que además hoy podemos medir hasta donde llega el rechazo".

El complicado devenir histórico del siglo XIX peruano ha sido explicado por la falta de una clase dirigente, lo que imposibilitó construir un aparato institucional sólido. En efecto, no se pudo formar un Estado Weberiano ni sentar las bases para tener políticos de profesión y vocación. Fue muy difícil, además integrar a las mayorías sociales en el proyecto nacional. Pero resulta que hoy podríamos estar peor. Veamos.

Y es que el XIX, al menos, nos legó la posibilidad de cincelar las imágenes del pasado que contribuyeron a la imaginación de una vida en común. Luego, la evolución del pensamiento nos condujo a los grandes diagnósticos del siglo XX, hechos por intelectuales y políticos, algunos verdaderos líderes de multitudes, que no sólo identificaron males, sino también ofrecieron soluciones. Aunque, junto con ello, hubo dictaduras, autoritarismo y expectativas frustradas de la ciudadanía; el XX también nos trajo un Estado más desarrollado, y la creación de nuevas instituciones que fueron contribuyendo a la vida democrática.

Lejos de ser aquella una situación ideal, había un sector que dedicaba su vida a la cosa pública, en diversos niveles de gobierno y en los diferentes poderes, en cargos de elección popular o como funcionarios. Se preparaban para ello incluso en la militancia partidaria. Pero, en los 90, Alberto Fujimori, recientemente irregularmente excarcelado, instauró una predica sistemática para desprestigiar a los ciudadanos que se dedicaban a la política.

Sus seguidores llevan más de 30 años machacando lo mismo, con relativo éxito. Instalar la creencia que es negativo dedicarse a la política, es quizás el mayor daño que se le ha hecho a nuestra idea de democracia en los 200 años de vida republicana. La DBA les sigue el juego, al igual que la izquierda radical. Sucede que entienden el Estado como un botín sólo para ellos. Coinciden en odiar a los “caviares”, y en definirlos como los que “viven del Estado”. Es decir, lo que odian es un manejo profesional de la cosa pública, que haya una verdadera clase política. Detestan que el país se pueda conducir según intereses nacionales, y no de camarillas.

Y esas fuerzas se han aliado para darnos el peor gobierno de nuestra historia, con algunos funcionarios tan ineptos como los que tuvo Castillo. Carece de las más mínimas convicciones republicanas, carga con la responsabilidad de 49 muertes, su autoritarismo es tan medular como en los 90, y viola abiertamente la legislación internacional. Está destruyendo la democracia desde dentro.

Esta coalición gobernante, Congreso y Ejecutivo, es aún menos dirigente que la del siglo XIX, pues no sólo gobierna en contra de las mayorías sociales, sino que además hoy podemos medir hasta dónde llega el rechazo.

Lee el artículo aquí.

Sobre el autor:

Joseph Dager Alva

Vicerrector Académico de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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