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10 julio, 2025

[Artículo Ricardo Falla Carrillo] La reflexión robada: rescatando la libertad de pensar en la era de la prisa

En un mundo que exige respuestas rápidas, la libertad de investigar y desarrollar teoría profunda está bajo asedio. La obsesión por las métricas amenaza con sofocar la chispa de la creatividad intelectual, relegando la reflexión seria a un segundo plano. Este condicionamiento instrumental no solo desvirtúa el propósito de la academia, sino que compromete la capacidad de generar conocimiento verdaderamente innovador.

Saturados de información instantánea y soluciones prefabricadas, la verdadera libertad de investigar y la capacidad de desarrollar teoría profunda se enfrentan a desafíos sin precedentes. Estamos inmersos en una era que exige una reflexión seria, una pausa para comprender la complejidad de los fenómenos que nos rodean, desde la crisis climática hasta las transformaciones sociales y tecnológicas. Sin embargo, paradójicamente, esta necesidad imperiosa choca de frente con un ecosistema académico cada vez más condicionado por imperativos administrativos e instrumentales. La presión por resultados inmediatos, la obsesión por las métricas de impacto y la instrumentalización del conocimiento amenazan con socavar la esencia misma de la indagación intelectual: la libertad de pensar críticamente, de cuestionar dogmas y de forjar conocimiento teórico verdaderamente nuevo y significativo.

La investigación académica, en su forma más pura, no es meramente una acumulación de datos o la aplicación de metodologías preexistentes. Es, fundamentalmente, un acto de creatividad y de libertad intelectual. Implica la capacidad de formular preguntas audaces, de conectar ideas aparentemente dispares, de construir marcos conceptuales que den sentido al caos y de proponer nuevas formas de entender el mundo. Esta labor, especialmente la reflexión teórica, requiere tiempo, sosiego y una profunda autonomía. Sin embargo, los investigadores se ven a menudo atrapados en un torbellino de plazos, requerimientos de financiación y la constante necesidad de producir "outputs" cuantificables. Las estructuras administrativas, a menudo diseñadas para la eficiencia y la rendición de cuentas en un sentido estrictamente burocrático, pueden inadvertidamente sofocar la chispa de la exploración desinteresada y el pensamiento disruptivo.

Los condicionamientos instrumentales son igualmente perniciosos. La prevalencia de enfoques de investigación orientados a la aplicación inmediata o a la resolución de problemas específicos puede desviar la atención de la investigación fundamental y del desarrollo teórico, que, aunque no siempre ofrecen soluciones rápidas, son el cimiento sobre el cual se construyen los avances futuros. Si la investigación se reduce a una búsqueda utilitarista, corre el riesgo de volverse superficial y repetitiva, perdiendo su capacidad de generar rupturas epistémicas. La libertad de un académico para perseguir una línea de pensamiento por su valor intrínseco, sin la presión de una aplicabilidad inmediata o de una métrica de impacto, es vital para la emergencia de ideas verdaderamente transformadoras y para el cultivo de una cultura intelectual robusta.

Proteger y nutrir la libertad de investigar y desarrollar teoría es, por tanto, una tarea urgente y colectiva. Requiere que las universidades y las instituciones de investigación defiendan activamente la autonomía académica, promuevan modelos de evaluación que valoren la calidad sobre la cantidad, y creen espacios donde la reflexión profunda y el pensamiento crítico sean recompensados. Es esencial resistir la tentación de instrumentalizar el conocimiento y, en cambio, reconocer que la verdadera innovación y la comprensión más profunda a menudo surgen de la libertad de explorar sin ataduras, de permitirse el lujo del pensamiento abstracto y de construir los andamios teóricos que sostendrán el progreso intelectual de las futuras generaciones. Solo así podremos asegurar que la academia continúe siendo un faro de conocimiento y no un mero engranaje en una máquina burocrática.

Lea la columna de profesor Ricardo Falla Carrillo en Rpp.pe

 

Universidad Antonio Ruiz de Montoya, la universidad jesuita del Perú, comprometidos con el mundo.

Sobre el autor:

Ricardo L. Falla Carrillo

Profesor asociado a tiempo completo del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM.

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