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31 enero, 2023

[Artículo RPP] Ricardo L. Falla: El legado intelectual de Reinhart Koselleck a un siglo de su nacimiento

Se estudia la historia desde los eventos, pero también desde los conceptos. Las personas que tomaron decisiones poseían una serie de nociones con las cuales organizaban sus experiencias sociales. De ahí que, para poder comprender mejor los hechos del pasado, es preciso identificar el significado de los conceptos de cada época. Quien teorizó sobre esta necesidad fue Reinhart Koselleck, el fundador de la historia conceptual.

Reinhart Koselleck (1923-2006), nació en Görlitz, Alemania, en una familia de clase media de Sajonia. Su padre, Arno Koselleck, fue un historiador reconocido en esa región del oriente germano y tuvo una importante influencia en la futura vocación de su hijo. En 1934, el niño Reinhart ingresó a las juventudes hitlerianas, como buena parte de los jóvenes alemanes durante el “Tercer Reich”, llegando a formar parte del ejército alemán en 1940. Como soldado, fue enviado al frente oriental, donde fue capturado por los soviéticos en 1945. Luego, fue enviado a realizar trabajos de limpieza al campo de exterminio de Auschwitz y, posteriormente, fue trasladado a un campo de prisioneros en Kazajstán hasta fines de 1946.

Cercano a los 24 años, en 1947, Koselleck regresó a Alemania y se matriculó en la célebre Universidad de Heidelberg, donde estudió filosofía, historia, sociología, lingüística y derecho, llegándose a doctorar en 1954. Durante sus años de formación, el futuro historiador fue alumno de filósofos de primer orden como Martín Heidegger y, sobre todo, del gran Hans Georg Gadamer, con quien mantuvo una larga amistad y camaradería. En mismos años de formación, Koselleck tuvo la fortuna de asistir a clases de intelectuales mayores como Carl Schmitt, Karl Löwith, Werner Conze, Alfred Weber (el hermano de Max Weber), entre otros. Tomar conciencia de la magnitud de sus maestros genera cierto vértigo, pues se trata de lo mejor de la tradición intelectual centroeuropea de mediados del siglo XX. En ese mismo ecosistema académico, Koselleck estableció amistad con uno de sus condiscípulos más reconocidos, el filósofo Hans Blumenberg, influenciándose mutuamente.

Para Koselleck, la comprensión adecuada de los eventos del pasado se debe realizar estableciendo relaciones entre los hechos (historia factual) y los conceptos fundamentales (historia conceptual) sobre los cuales las personas de algún periodo del tiempo organizaban sus experiencias vitales (sociales, políticas, culturales, etc.) Por ejemplo, para comprender contextualmente las decisiones políticas que tomó el virrey Toledo a finales del siglo XVI, hay que situarse en cómo se definía, en sus circunstancias temporales, conceptos como “república”; pues es evidente que el concepto de “república” que nosotros manejamos es otro respecto al que entendía un hispano a finales del siglo XVI. Este tipo de consideraciones nos abre la puerta a “historiar” los conceptos y su evolución semántica en el tiempo. Sabemos cómo determinados conceptos han ido asumiendo diversos sentidos en diferentes coyunturas. Conceptos como “estado” o “revolución”, tiene una historia y, al mismo tiempo, han sido utilizados en su momento para organizar las vidas y pensamiento de una época. Así, el significado del término “estado” que poseía Lorenzo de Medici era diferente al que manejaba Federico II de Prusia y al que reconocía Theodore Roosevelt. Esos tres conceptos de estado permitieron entender las relaciones entre poder y sociedad según las circunstancias. De ahí que si queremos conocer las acciones políticas de una época debemos entender los conceptos políticos de sus actores.

¿Cuáles son las consecuencias investigativas del enfoque de Koselleck? Muchísimas. Quizás la más importante es que nos lleva entender una época y a sus actores de un modo compresivo, pues reconocemos que hay significados conceptuales impensados en un periodo. Por ejemplo, el concepto de “construcción de la ciudadanía”, no existía en los albores de la república peruana, tampoco se manejaba el concepto de “universalidad de derechos”. Los peruanos, especialmente los gobernantes de las primeras décadas de nuestra república se operaban bajo referencias conceptuales diferentes a las nuestras, de ahí que es un sinsentido “exigirles” ciertas acciones políticas y sociales. No olvidemos que el vocabulario político y social de los últimos setenta o sesenta años está conformado por los aportes de las ciencias sociales y de la ética aplicada. En 1830 estos saberes estaban en “pañales” y no estaban incorporados a la estructura mental de los sujetos políticos de ese entonces.

La obra de Koselleck es vasta y posee innumerables libros de interés. En castellano se han publicado varios volúmenes de sus obras, con títulos como Historias de conceptos. Estudios sobre semántica y pragmática del lenguaje político y social, Aceleración, prognosis y secularización, Historia y hermenéutica (junto a Hans Georg Gadamer), Los estratos del tiempo: estudios sobre la historia, entre otros. Pero quizás, su obra de mayor relieve sea el Diccionario de conceptos históricos fundamentales: Léxico histórico del lenguaje político-social en Alemania, editado entre 1972 y 1997, en siete tomos, que se llevó a cabo bajo su dirección.

Sería interesante que usemos de un modo más extensivo los métodos histórico conceptuales para conocer y comprender mejor nuestra historia política virreinal y republicana, ingresando a sus respectivos umbrales de tiempo; identificando y reconstruyendo los conceptos con los cuales se organizaba la experiencia de un determinado momento de la historia del Perú. Estamos seguros de que podríamos entendernos mejor.

Lea la columna del autor todos los lunes en Rpp.pe

Sobre el autor:

Ricardo L. Falla Carrillo

Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM

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