Dr. Ernesto Cavassa, rector de la Univerisdad Antonio Ruiz de Montoya felicitó a los ganadores.
Este año, el concurso de ensayos Tendiendo Puentes abordó el mensaje que el papa Francisco compartió durante su visita a nuestro país, vinculado a lucha contra la corrupción, trata de personas, el feminicidio, pobreza y exclusión, así también, a la pluralidad cultural y su llamado de esperanza. Los estudiantes Pável Laban, de la Escuela Profesional de Derecho, y Lucero Rosas, de la Escuela Profesional de Economía y Gestión Ambiental de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya fueron premiados en primer y segundo lugar, respectivamente.
Pável Laban, en su ensayo “Dios tiene rostro amazónico”, relató su experiencia como voluntario en una comunidad awajún y criticó la ausencia del Estado y la falta de políticas para atender las necesidades que atraviesa esta población indígena. “El subalterno, el considerado inferior, no está incorporado dentro de los cánones de la modernidad, su voz no importa, y eso es lo que usualmente vemos en las comunidades indígenas. Creo que si nos escucháramos más podríamos hacer mejor las cosas”, expresó.
Lucero Rosas consideró que se debe promover, desde las universidades, que los conocimientos que se imparten en las clases no se queden enclaustrados, sino que tengan como fin un impacto en la sociedad. “Me parece importante señalar que uno de los primeros pasos para generar este cambio es reconocernos en los demás, en nosotros mismos y en la realidad que estamos viviendo. Para ello nuestro proyecto personal debe estar ligado a nuestra condición como ciudadanos, personas comprometidas con su familia, con su comunidad y con la sociedad en general”, precisó.
En esta edición, la Universidad Marcelino Champagnat fue la anfitriona para la ceremonia de premiación de Teniendo Puentes. Su rector, Pablo Gonzáles Franco, fms, reflexionó sobre la esperanza como un compromiso que debemos asumir todas las instituciones para transformar nuestra realidad en un mundo mejor. “San Agustín señaló que la esperanza tiene dos hijas muy queridas: la indignación y la valentía. La indignación para rechazar este mundo que nos toca y la valentía que nos da coraje para confrontarlo y transformarlo”, indicó.