El rector de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Ernesto Cavassa, SJ, participó en la Aula Magna XXI, evento organizado por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) que cada año convoca a expertos nacionales e internacionales para reflexionar sobre cómo las universidades pueden afrontar los desafíos ante la masificación, la globalización y la tecnología. Participaron autoridades de la Universidad Diego Portales (Chile), la Universidad Oberta de Catalunya, la Universidad de Valencia, la Marquette University (EE. UU.) y la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia).
Ernesto Cavassa, SJ, fue comentarista en el bloque “Las universidades católicas frente a los desafíos de la universidad del siglo XXI”. Señaló que la primera gran tarea es preguntarse qué universidad queremos y para qué sociedad. Considera que no es posible avanzar sin tener claro ese horizonte. Enfatizó que la universidad actúa en un contexto determinado, lo que significa que sus competencias y sus conocimientos no están en el aire, por ello, tiene un rol concreto en la sociedad.
Recordó las reflexiones del jesuita vasco, Ignacio Ellacuría, SJ, respecto a que la universidad es parte de la realidad socio-histórica, por lo tanto, es política, pero no entendida como actividad partidaria o como ONG, sino como política universitaria. Ser conscientes de ello, es comprender el rol social del conocimiento. Así también, la universidad busca la verdad, aquella que libera y produce nuevas realidades para lo humano. En palabras del P. Peter Hans Kolvenbach, SJ, el 29.º superior general de la Compañía de Jesús, la docencia y la investigación no pueden dar la espalda a la sociedad que la rodea.
Ernesto Cavassa, SJ, fue enfático al decir que lo católico nos lleva a abrirnos a las diversas dimensiones con las que hoy se vive la búsqueda de sentido y la trascendencia, pero que no necesariamente se circunscribe a lo que conocemos como religión o instituciones eclesiásticas. “Uno de los retos de las universidades católicas es contribuir con esas búsquedas y promover el diálogo interreligioso, que es una respuesta contraria a todo fundamentalismo”.
Siguiendo la tradición pedagógica ignaciana de las universidades jesuitas propuso dos perspectivas para el fortalecimiento de las universidades católicas. La primera vinculada a la formación integral de la persona en la racionalidad y en la solidaridad bien informada con el contexto de su país. Y la segunda, con el compromiso social. “Solo así las universidades católicas tendrán futuro”, señaló.