Directora de la Escuela Profesional de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y presidenta de la Asociación Civil Transparencia. Fue entrevistada por Domingo de La República. La politóloga señaló que nuestra democracia es precaria y está en peligro, pero al mismo tiempo confía en que las elecciones del Bicentenario pueden ser la oportunidad para un cambio generacional en la política y para que los jóvenes, como ella, se interesen más en los destinos del país.
¿Este anuncio de precandidaturas de los últimos días es señal de que la campaña para las elecciones del 2021 ya empezó?
El calendario electoral marca la pauta del ritmo de la campaña. Al haberse cumplido este hito de inscripción de los partidos es que se da inicio a una campaña porque ya se le puede poner rostro a la candidatura.
¿Cómo se explica que George Forsyth, alguien de quien se conoce poco sobre sus propuestas, lidere las encuestas hace meses?
Ahí hay un tema de fondo: nuestra democracia está en cuidados intensivos, en riesgo. La primera señal de alarma de que en el 2021 podríamos perderla, es que los partidos políticos han dejado de ser los vehículos de representación de una agenda programática y nacional. Los partidos son organizaciones limitadas, porque no hacen trabajo político, no hay ninguno que tenga presencia territorial importante y que a nivel nacional movilice bases. No hay partidos que tengan una discusión programática sobre cuáles son las ideas y apuestas de fondo para salir de la crisis. Entonces estas instituciones debilitadas buscan rostros medianamente conocidos que puedan ser competitivos en el escenario electoral. Y lo que está pasando es que nuestra democracia, y es una segunda señal de alarma, se está guiando por la clave mediática. Es importante poder discutir, de cara a las elecciones de 2021, propuestas de fondo más que elegir rostros. Eso no está ocurriendo. Por eso decimos que la democracia está en riesgo.
Keiko Fujimori aparece en una última encuesta –Datum- con 5%, por debajo de sus cifras usuales. ¿Subirá a medida que avance la campaña?
Hay que tomar en consideración los efectos de tener procesos judiciales en curso. Varios posibles candidatos o partidos enfrentan investigaciones llevadas a cabo por el Poder Judicial. Y la ciudadanía ha tomado conciencia de lo que eso significa y está pensando sus opciones teniendo en consideración esos hechos.
¿No le parece que algunos otros candidatos, como Hernando de Soto, o quizá Urresti, pudieran estar robándole espacio a Keiko?
Ahora que mencionas a esos candidatos, sorprende la vigencia de un perfil que no apuesta por la renovación generacional. Es momento que los partidos comprendan también que los peruanos estamos mirando quién nos representa y no a qué representan los candidatos. En esa línea es importante señalar que es necesaria una renovación generacional para tener nuevos líderes que nos permitan aprovechar ese momento único que enfrentamos el próximo año.
Si Urresti tiene posibilidades es porque el perfil autoritario atrae a la gente.
En un contexto de crisis, un perfil cercano a lo militar permite una opción de que se garantice el orden. Y lo que quieren los ciudadanos es seguridad para ellos y sus familias, y orden que le garantice condiciones mínimas para salir a trabajar, o que habrá condiciones económicas mínimas. Un candidato que es militar y tiene un discurso vinculado a la seguridad cumple con esas expectativas de un cierto sector de la población.
En las encuestas hay un gran bolsón de electores que dicen que votarán blanco o viciado. ¿Eso habla de una desilusión en los candidatos o en la política?
Por un lado existe eso, y debemos velar porque esa desilusión no se traduzca en desafección, es decir el momento en que los ciudadanos se dejen de interesar por la política. Debemos ser vigilantes y tener propuestas desde donde nos toque estar para vincular a los ciudadanos con lo colectivo. Otra cosa que preocupa es que más del 40% de la población estaría dispuesta, si continúa la pandemia, a no ir a votar. Debemos garantizar el derecho a la salud para que la gente pueda ejercer su derecho a participar en la elección de sus representantes. La ONPE ha anunciado ya ciertos protocolos y debe trabajar de la mano con el Ministerio de Salud. Nosotros como sociedad civil estamos dispuestos a poner el hombro en lo que se requiera.
¿La pandemia del COVID-19 va a influir en esta campaña?
La pandemia nos ha hecho ver con claridad que el camino por el que íbamos era opuesto al desarrollo. Nos ha hecho ver las brechas, la precariedad de los servicios públicos, lo lejana que estaba la representación de la ciudadanía. Y le ha dado cara a necesidades básicas en salud y educación. La pandemia representa una oportunidad de decir cómo la desigualdad debe ser el tema a priorizar para marcar una agenda nacional que nos oriente al desarrollo. En un sistema democrático los vehículos que lo harían serían los partidos políticos. Quienes candidatean deben pensar en una agenda que nos acerque a lo que necesita la población. El riesgo que corremos es que la pandemia configura un contexto de crisis y eso se puede aprovechar para que las propuestas radicales y de corte populista primen. Tenemos que velar porque los partidos que respetan los valores democráticos sepan recoger esas inquietudes.
Se dice que los electores votamos mal, pero la oferta tampoco es buena, ¿no le parece que los partidos no están haciendo su trabajo al confeccionar sus listas?
La agenda pendiente de los partidos es hacer trabajo político. Tienen que conectar con la ciudadanía desde un trabajo sostenido que no implique solo una campaña electoral. En ese sentido, varias de las reformas que incluyen la reforma política apuntan a consolidar el trabajo interno de las organizaciones. Por ejemplo, elecciones internas y otros mecanismos que apuntaban a darle una vida más orgánica. Las reformas iban orientadas a garantizar esa vía partidaria, que debiera permitir encontrar a líderes que estén trabajando en sus comunidades y de ellos escoger a sus representantes, y luego postular. Así se refuerza el partido. Lo que ocurre es que no existe esa vía partidaria y se escoge entre gente que es conocida mediáticamente.
Y ahí tenemos a los precandidatos que se inscriben en un partido solo para la campaña.
Así es. Hay que hacer un llamado a los partidos y a las nuevas generaciones de involucrarse en política. Ojalá que entre las elecciones de 2021 y 2026 se promueva este fortalecimiento orgánico. Es por eso que el próximo año es un momento único en que una generación tiene la posibilidad de entrar al ejercicio político y sentar las bases de otra dinámica política para nuestro país. Por eso sorprende que, en vez de apostar por la renovación generacional, los partidos apuesten por líderes que no son reconocidos por la ciudadanía como sus representantes.
¿Crees que la reforma política planteada por el gobierno avanzó lo suficiente?
Hubo algunos avances. Se avanzó por ejemplo en la reforma del financiamiento de los partidos, o que no se pueda postular si tienen sentencia. Lo que no se aprobó y es gravísimo es la eliminación del voto preferencial. Transparencia había logrado reunir más de 17 mil firmas de ciudadanos que se oponían a la persistencia de esta regla y les hicimos llegar a los 130 congresistas, incluido el presidente del Congreso, y no recibimos una sola respuesta. Es una señal de que el Parlamento no está dispuesto a dialogar con la sociedad civil.
El presidente Vizcarra se va ¿Cuál es la agenda pendiente para el que venga?
La agenda pendiente es garantizar la gobernabilidad después de las elecciones. Lo que tenemos que mirar es que, quien sea electo, presidente o presidenta, le va tocar enfrentar las consecuencias de la crisis y la emergencia, pueda manejar el país con los pocos recursos que vamos a tener. Habrá que tender puentes entre los grupos y bancadas de cara a poner una agenda concreta que piense en los ciudadanos, en lo que requiere la población. En ese sentido, hay que hacer un llamado a los partidos para que hagan un ejercicio de representación, y que ese ejercicio de representación implique la responsabilidad de alguien que rinde cuentas sobre lo actuado, que dialoga con la gente que votó por ellos, que defienden ideas y no intereses. Esa es la agenda pendiente y que debemos vigilar desde la sociedad civil.
¿Qué papel va a cumplir Transparencia en la campaña?
Transparencia va a trabajar en la observación electoral. Se van a observar las elecciones generales, y las elecciones internas para ver cómo se desarrollan y se implementan. Va a ser la primera vez que se haga observación virtual, se va innovar en el tema de la vigilancia no presencial. Para eso estamos capacitando a voluntarios y haciendo alianzas. De cara a las elecciones generales del 2021, la ONPE publicó, después de un diálogo con nosotros, un reglamento para veedores electorales. Lo otro es que vamos a promover el diálogo y la deliberación entre candidatos. Vamos a promover acuerdos previos entre partidos para que cuando lleguen al poder haya puntos de consenso.
¿Van a participar en la organización de los debates? ¿Cómo serán en tiempos de pandemia?
Se verá en su momento. Hay que garantizar que tanto el debate como la campaña respeten el pacto ético. Y que permita escuchar todas las propuestas.
Cuando asumiste la presidencia de Transparencia dijiste que querías que los jóvenes se interesen más en la política.
Desde enero de este año se organiza la red de voluntarios. Son dos mil a nivel nacional, que participaron en el último proceso electoral. Esperamos llegar a doscientos voluntarios en cada región de cara al bicentenario. Por los 200 años de independencia, tener doscientos jóvenes, y jóvenes de espíritu, que se sumen a la discusión democrática en sus regiones. Estamos teniendo eventos con ellos. Eso nos demuestra que sí hay un interés ciudadano en ser guardianes de la democracia. Que si bien (la democracia) está en cuidados intensivos, son jóvenes que creen que este es el régimen que nos merecemos y en el que vamos a vivir mejor.
Entrevista publicada en La República el 11/10/2020