1. ¿Negociando impunidad y sacrificando principios? Reflexiones sobre el escenario político
Diferentes especialistas en el análisis de la política nacional están de acuerdo en afirmar que el actual gobierno está propiciando el escenario para otorgar un controversial indulto al condenado Alberto Fujimori. Algunos periodistas destacan la conveniencia de esta medida, con el fin de garantizar la gobernabilidad del país. Otros aducen que la salud del expresidente está seriamente quebrantada y que el caso merecería que se le conceda un indulto humanitario. Hasta donde se sabe, esta aseveración no está sostenida aún por evidencia médica. Lo que sorprende es que casi nadie se pregunte cómo se sienten las víctimas de aquellos crímenes por los que se hace responsable a Fujimori luego de un riguroso proceso judicial. Nadie ha alzado la voz en nombre de las víctimas. Otra vez se las ha convertido en invisibles.
Se trata de un problema especialmente delicado, pues hablamos de delitos de lesa humanidad y de crímenes de corrupción probados ante un tribunal. Hace unos días el Comisionado para los derechos humanos de la ONU expresó su preocupación respecto de los supuestos planes de indulto en favor de Fujimori, precisando que sería importante someter a una consulta internacional esta decisión. No le falta razón, en la medida en que se trata de graves violaciones a los derechos humanos, perpetradas desde el poder. Sin embargo, el canciller peruano ha contestado esta comunicación señalando escuetamente que solo se trata de un asunto interno. El tema del indulto al exdictador se va convirtiendo en un tema de cálculo político local.
Esta sensación se agudiza si consideramos los cambios en el Ministerio de Justicia, incluyendo la sustitución de miembros de la Comisión de Gracias Presidenciales, quienes hace algún tiempo se pronunciaron en contra de un indulto en favor de Fujimori. Llama la atención que el oficialismo suponga que en el escenario del indulto, los fujimoristas cambiarán su actitud frente al gobierno, colaborarán con él, o quizá se vean sumidos en una división producida por conflictos dinásticos. Por supuesto, esto es posible, pero también es verosímil imaginar un fujimorismo envalentonado por la excarcelación de su caudillo. De hecho, tal decisión, cimentada en la negociación política en lugar de fundada en evidencia médica, podría ser identificada incluso como un signo de fragilidad política por los enemigos del gobierno, posicionados en ambas facciones del fujimorismo.
Artículo completo publicado en Ideele Revista n.° 275
Sobre el autor:
Gonzalo Gamio Gehri
Docente de la carrera de Filosofía de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y de la PUCP.