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13 diciembre, 2017

[Artículo] La investigación en la Universidad

        Durante al menos un par de décadas, no pocos centros de educación superior en el Perú vieron a la investigación universitaria como algo meramente accesorio al giro del negocio. Cuando la educación superior se piensa y ejecuta con fines de lucro, es difícil que la investigación le sea consustancial, pues es cara y la tasa de retorno no siempre justifica la inversión desde el punto de vista de la rentabilidad. Como la mayoría del alumnado universitario peruano está matriculada en universidades privadas, el Estado debe regular y ofrecer los incentivos necesarios para que la institución universitaria retome su rol en la creación de conocimiento y formación de generaciones capaces de pensar creativamente su realidad.

Una investigación académica poco presente en el sistema universitario es una de las más perniciosas consecuencias del Decreto 882 y de la ausencia total de una supervisión sobre la calidad. La actual ley universitaria pretende revertir este escenario al otorgar a la investigación un papel preponderante. Una universidad que solo enseña traiciona la esencia misma de la institución que es la generación de conocimiento en relación con la reflexión y discusión sobre el saber universal, en especial sobre los nuevos saberes que vamos descubriendo. Pero, la ley comete el error de destacar, entre las múltiples relaciones, la existente entre investigación y empresa como si quisiese priorizarla. La investigación utilitaria debe tener un lugar, sin duda, pero no puede ser considerada como la que deba enfatizarse.

La empresa puede (y debe) acercarse al mundo académico para intentar resolver sus problemas, esos que su cotidianeidad y sus procesos les presentan, pero las políticas de investigación universitaria no pueden orientarse solo a resolver aquellos asuntos puntuales. La universidad puede buscar financiamiento empresarial para algunos ejes, pero, sobre todo, debe también financiar con sus propios recursos una investigación más teórica o aplicada, ejercida por sus docentes y alumnos, en especial del posgrado.

Esos resultados deben ser discutidos en círculos nacionales e internacionales, sometidos a debate y contraste. Desde las universidades debemos exigir en nuestros estudiantes y docentes esa capacidad de interpelación, de pensamiento crítico, así como promover el máximo nivel de calidad en las investigaciones para que puedan aparecer en revistas indizadas. En tanto más académicos peruanos estén presentes en ese tipo de publicaciones, nuestro sistema universitario tendrá mayor figuración en los rankings internacionales.

Pero, ese es solo el instrumento, y no el fin. El fin último es entender la investigación como parte esencial de nuestra labor. El sistema debe organizarse con ese fin y no con el de aparecer en rankings. Lo segundo debe ser una consecuencia de lo primero; trabajemos asumiendo que, si la queremos sólida, no será inmediata. La lógica de los indicadores, muchas veces tan ilógica, no siempre refleja cuán fieles somos a la esencia de una institución. Está muy bien medir, pero está mejor saber qué queremos medir y para qué.

Artículo publicado en El Peruano el 11 de diciembre 2017

Sobre el autor:

Joseph Dager Alva

Vicerrector Académico de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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