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26 junio, 2019

[Artículo RPP] Mandiles rosa y estereotipos de género

Muchos comentarios estuvieron equivocados. Otros no solo estuvieron equivocados, sino hasta moralmente condenables. A la fecha, se espera que la crítica haya madurado y se contribuya con mejorar las formas de una lucha que es evidentemente necesaria.

Entre los días 18 y 21 de junio, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables impulsó la Jornada de sensibilización y capacitación sobre masculinidad y violencia familiar dirigida a miembros del Ejército. El objetivo de esta jornada fue romper el paradigma que sostiene que las responsabilidades hogareñas son responsabilidad exclusiva de las mujeres. Para la foto, la ministra Gloria Montenegro colocó un mandil rosa al general Gómez de la Torre y a otros asistentes.

En una columna anterior (19 de junio) notamos la importancia que tiene sostener nuestras convicciones con una investigación honesta. Parece que el objetivo de la Jornada es legítimo, pero definitivamente sus formas deben mejorar, pues pareciera ser una idea con buena intención que no alcanza para sostener las conclusiones que se pretenden. Sin embargo, algunas personas del medio han reaccionado de modo que confundieron los niveles del discurso y los temas que están en cuestión.

Algunos congresistas calificaron el acto de “vergonzoso”, otras personas sugirieron que el mandil rosa será la razón de que militares caracterizados por su extremismo, como Antauro Humala, pretenderán tomar el poder del Ejército, y luego, otras expresaron razones homofóbicas. Algunos de estos personajes han venido mejorando su posición con el paso de los días, pero otros intentan defender un punto de vista que confunde las cosas a grado extremo ¿Por dónde puede ir una crítica a estas jornadas?

De modo crítico, primero se debe distinguir entre lucha contra los estereotipos de género hacia la mujer y libertad en la orientación sexual. De este modo, salvo que alguien pruebe lo contrario, un mandil o un color no pueden influir en la orientación sexual de las personas. Pero de esto no se trataba en las Jornadas impulsadas por la ministra. Sobre la base de esta distinción, el mandil rosado (o de cualquier otro color) tampoco denota ni connota igualdad entre mujeres y hombres. La igualdad no necesita hombres que sepan cocinar tan bien como se ha creído que las mujeres lo hacen, sino que estas tengan los medios y oportunidades para desarrollarse en ámbitos que, tradicionalmente, han sido considerados exclusivos para la masculinidad. En este aspecto, incluso podríamos decir que en la foto con el mandil rosa faltan mujeres que ostentan a día de hoy grados como el de coronel.

Sin embargo, estas precisiones sobre las formas dirigidas a cambiar los estereotipos de género no fomentan ni respaldan la crítica contra los objetivos de estas actividades. Tampoco sostienen que se acuse al Ejército de inmiscuirse en luchas que corresponden a la sociedad civil, como el respeto a las orientaciones sexuales. En estas materias, el Ejército no puede ingresar a la discusión, pues su función esencial es el control y la defensa del territorio nacional. Su participación en la mejora de la sociedad será su respeto institucional a los logros ciudadanos morales y a las leyes que los defienden, como fue en su momento la inclusión de personal femenino en las escuelas de oficiales.

Muchos comentarios, entonces, durante la semana pasada, estuvieron equivocados. Otros no solo estuvieron equivocados, sino hasta moralmente condenables. A la fecha, se espera que la crítica haya madurado y se contribuya con mejorar las formas de una lucha que es evidentemente necesaria, a menos que alguien demuestre lo contrario con sus investigaciones.

 

Lea la columna de la autora todos los miércoles en Rpp.pe

Sobre el autor:

Soledad Escalante

Docente principal de la Facultad de Filosofía, Educación y Ciencias Humanasen la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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