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4 mayo, 2023

[Artículo Ideele] Ricardo L. Falla Carrillo: Pensar la IA desde el Perú. Una primera aproximación

Hace cerca de veinte años, el reconocido divulgador de temas tecnológicos e inventor, Raymond Kurzweil (n.1948), en su obra “La singularidad está cerca” (2005), sostuvo que el aumento exponencial en la capacidad de procesamiento de informaciones de la inteligencia artificial (IA) iba ser de tal magnitud, que superaría largamente las capacidades de la inteligencia humana. En esa situación, la inteligencia no biológica ni cultural desarrollaría un tipo de evolución paralela y autónoma del control humano. Según Kurzweil, en este escenario se crearían las condiciones para trascender como especie; pues también se han dado inmensos avances en nanotecnologías y en biotecnologías. Todo ello, llevaría a la fusión entre humanos y máquinas inteligentes y a la posibilidad de superar la muerte biológica. En efecto, lo que se encuentra detrás de esta versión ideológica del “transhumanismo” (que no hay que confundirla con la reflexión filosófica), es un hecho que se considera inminente: el ser humano obtendría una estancia indefinida, que llevaría a redefinir todo lo que somos y lo que seremos en el futuro.  Kurzweil vaticinó que este evento, “la singularidad tecnológica”, se daría en la década de los cuarenta del presente siglo, y que como sociedades deberíamos estar preparándonos para esta situación inminente e irreversible.

Lo probado y lo posible

Más allá del efectismo mediático de aquel libro, la lectura de la obra de Kurzweil generó en nosotros el interés por comprobar si lo que se afirmaba tenía sustento. Y si realmente las posibilidades de superar lo humano, tal como lo entendemos, son factibles. Reconocidos pensadores como Paul Virilio, Nick Bostrom, Jürgen Habermas, Luciano Floridi, entre otros, consideran o han considerado que es imposible soslayar el impacto de las últimas tecnologías computacionales y biológicas sobre la humanidad. Y que, en este siglo, desde diversos campos de teorización e investigación, nos veremos llamados a discutir en serio sobre el futuro de la humanidad, y sobre la real posibilidad de que nuestra especie se vea superada por una de sus creaciones: la inteligencia artificial autogenerada.

En evidente que el proceso evolutivo de la IA ha sido más vertiginoso de lo que creyó Kurzweil, y que su “ley de los rendimientos acelerados” transcurrió más veloz de lo que su autor afirmó. Lo que nos lleva a pensar una cosa: la ansiedad por la posibilidad de la novedad tecnológica supera a lo probado tecnológico. Es decir, en nuestros días, aquello que se concibe como tecnología probable es muy posible que se materialice. Pues tenemos un enorme potencial tecnológico, creado y recreado por una inmensa red de invenciones y de financiamiento de las mismas. Es evidente que nunca la tecnología surgida de la evolución cultural de la humanidad fue más poderosa. Y también es claro que somos muy conscientes de ese poder; al extremo que todo aquello que ideamos es muy probable que se lleve a cabo.

Al parecer, esta generación humana ha asumido que puede sepultar lo “probado” sin mayor remordimiento. Y que está en condiciones de ir más allá de lo que cualquier otra generación pretendió llegar. De ahí que las últimas innovaciones en inteligencia artificial se hayan dado de un modo voraz, sin darnos la oportunidad de asimilar este vórtice de invenciones en el plano cultural.  Lo “probado”, aquello que nos constituye como seres culturales surgidos desde la experiencia, está en franca tensión con la posibilidad real. Es decir, podemos ir más allá de la experiencia humana y amanecer en una situación que se nos escapa de las manos. Sin embargo, esto no es óbice para evitar la discusión, y comprender la magnitud de lo que estamos a punto de enfrentar como especie y sociedades específicas.

La IA pensada desde el Perú

Viendo desde lejos a los centros de generación de nuevas tecnologías, es evidente que nos surja una pregunta: ¿en qué situación se encuentra una sociedad como la peruana mientras la “singularidad se acerca”? No hay que ser muy versados en el tema para darnos cuenta que la irrupción, evolución y generalización de la IA, va a movilizar la cuarta y quinta revolución industriales. Y que este proceso incidirá en la profundización de las divergencias entre países, al extremo que las diferencias ya serían inconmensurables para la década de los cuarenta de esta centuria.

Si en países desarrollados – las sociedades de avanzada-, los estados, academias científicas y universidades, están tomando en serio un escenario económico en donde muchísimos empleos puedan desaparecer – con consecuencias sociales inimaginables-, en países como el nuestro aun no oteamos el horizonte de esta situación. Es como si asumiéramos que ese evento tecnológico-cultural se estuviera dando “en otro planeta”. Y que, dada nuestras características como país, no nos quedaría más remedio que adaptarnos, como sea, a un mundo de esas características.

Resulta claro que la mayoría de las causas y manifestaciones de nuestros problemas son otras. Basta recordar el escenario de insurgencia política que hemos experimentado hace poco, para darnos cuenta de que padecemos de una situación propia de países con serias dificultades institucionales, económicas y culturales. Las mismas que no nos permiten observar con profundidad el escenario que se yergue hacia la mitad de este siglo. Tratando de ver las cosas con mayor amplitud, no se trata solamente de la cuestión de la IA, si no del conjunto de elementos que le son concomitantes. En efecto, alrededor de la inteligencia artificial se está construyendo una nueva realidad económica. Y esta realidad económica está configurando una nueva situación social en torno a los factores de producción. Asimismo, esta situación social, tiene obvias repercusiones sobre los ámbitos políticos y culturales. Incluso, sobre la generación del conocimiento y sobre el futuro del mismo. La IA puede sustituir al intelectual y al científico de todos los campos, en poco tiempo. Eso es bastante probable.

Hay que observar a la IA es su dimensión poliédrica y percatarnos que su evolución, uso y masificación no se queda sólo en el espacio de las “aplicaciones” o del software utilitario. Va más allá. Pues produce un cambio notable en todos los elementos que constituyen la complejidad del entramado social. De ahí que problematizar sobre la IA, desde nuestro país, también resulta importante, sobre todo planteándonos una serie preguntas que creemos fundamentales. ¿Cuál será el impacto de la inteligencia artificial en sociedades con bajos niveles de educación? ¿Cómo afectará la IA al trabajo formal en países con altos porcentajes de labores informales? ¿Fomentará la IA mayor precariedad laboral? ¿Provocará la IA mayor informalidad económica? ¿Qué tipo de labores podría propiciar la IA en países como el nuestro? ¿Qué impacto tendrá la IA en sociedades con instituciones políticas frágiles; ¿las debilitará más, las cohesionará? ¿Cómo influirá la IA sobre las débiles prácticas ciudadanas? ¿Fomentará la IA la dispersión social y cultural de países fracturados y fragmentados como el Perú? ¿Cuáles serán las repercusiones de la IA sobre las familias del mundo urbano o rural? ¿Cuáles serán los efectos de la IA sobre las conformaciones ideológicas, religiosas, morales? ¿Cómo afectará la IA a las políticas gubernamentales? ¿Tendrá impacto la IA sobre los enfoques interculturales o de género? ¿De qué manera la IA tendrá incidencia sobre las poblaciones vulnerables o sobre las comunidades originarias?

Obviamente estás interrogantes no son de fácil respuesta. Tampoco son preguntas que están fuera de nuestro marco de lo posible. Porque el Perú está dentro de un contexto mayor- global, el mismo que tiene repercusiones no deliberadas sobre nuestro país. En ese sentido, no se trata de ponderar los efectos de la IA sobre determinadas profesiones (¿desaparecerán?, ¿no desaparecerán?). Más bien, de ver la integridad de una situación que tarde o temprano nos llegará en pleno.

A fin de poder comprender esta situación en su real dimensión, será fundamental rehuir de los análisis fragmentarios, técnicos, operativos y de los “clichés”. Pensar y reflexionar críticamente sobre las consecuencias de la IA en el conjunto integral de una sociedad, precisa un abordaje rico en teoría y dispuesto a especular mirando el bosque y no solo quedarse en la rama. Al parecer estamos ante un cambio civilizatorio cuyo derrotero es inimaginable. Hacerse preguntas sobre este nuevo mundo, desde nuestra situación histórica, no es una tarea en vano.  Sobre todo, para reconocer que la “singularidad está más cerca que nunca”, y que no nos debiera coger completamente desprevenidos. Pues las consecuencias de tal omisión podrían ser devastadoras para un país como el Perú.

Artículo Publicado en Revista Ideele N° 309

Sobre el autor:

Ricardo L. Falla Carrillo

Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM

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